Confieso algo, mientras manejo suelo escuchar radio y a veces, alguna frase de algun periodista, locutor, entrevistado, me dispara hacia otro tema y de ahí me salen algunas notas.Hago una "asociación disociada", cosas que no tienen nada que ver, pero que me llevan a hacer algunos análisis sobre cosas que nos ocurren a diario.
Por ejemplo hoy, y si me preguntan cuál fue la frase y quién la dijo les respondo ya mismo que no tengo la menor idea, pero inmediatamente recordé la publicidad de la conocida cerveza en la que un señor arenga a un batallón de congéneres sobre las desventajas de la convivencia y una señorita hace lo mismo con un enorme grupo de mujeres, copia de la arenga de Mel Gibson en Corazón Valiente. La cosa es que luego, cuando se produce el "encuentro", olvidan esos principios que proclamaron para la "conquista" del otro, al punto de ceder en absolutamente todos los aspectos.
¿Qué tiene que ver esto con lo que nos rodea? Mucho, sobre todo porque la palabra "igualitarismo", impuesta a partir de esta publicidad, marca mucho lo que nos pasa a diario en nuestra sociedad. Porque, imposible negarlo, en Argentina existen igualdades para unos, e "igualitarismos" para el resto (que somos todos y todas).
La igualdad nos hace, justamente, "iguales" ante la ley. El igualitarimos, nos quita derechos, cedemos a la necesidad del otro (vean y escuchen bien la publicidad, hagan un análisis de lo que dicen ellos y ellas), y permitimos que nos pasen por encima...Muestras?Uff, una botonería!!
Nuestro vicepresidente ha sido denunciado repetidas veces por su repentino enriquecimiento, ha sido sospechado de tráfico de influencias y niega conocer a alguien que está intimamente ligado con la impresora de billetes a la cual el Estado Nacional, le paga (o pagaría) fortunas. Él niega todo, y sigue impertérrito tocando la guitarra (ahora algo menos protagonista que antes, un poquitito corrido de lugar), firme en su cargo, y oficiando de presidente cuando la titular del Poder Ejecutivo Nacional viaja al exterior o se toma licencia por enfermedad. En una empresa privada, quien reuna esas sospechas, es inmediatamente apartado del cargo, cuando no despedido. Ahí tenemos una pequeña muestra de esa "igualdad" ante la ley, y como se dice por ahí, que algunos son más iguales que otros.
Nuestra presidente utilizó un avión del Estado para transportar a su hijo, a raíz de un problema en su rodilla. Su "igualdad" no se compara con el "igualitarismo" al que están condenados todos los coprovincianos del chico, que no pueden trasladarse a la capital del país para solucionar sus problemas de salud.
Nuestros legisladores y gobernantes (otro ejemplo de "igualdad"), por el sólo hecho de haber tenido algún cargo en sus vidas, cobran jubilaciones de privilegio, más allá de si su función y actuación en el poder haya sido buena o mala, e incluso, los presidentes que tuvimos en la semana de diciembre del 2001, por el simple hecho de haber desempeñado ese cargo un solo día, cobrarán esa jubilación excepcional. En un claro ejemplo de "igualitarismo", nuestros viejos ven cada día como se les burlan, negándoles lo que les corresponde, debiéndose contentar con dos aumentos anuales, y escuchando cómo se utilizan sus fondos para beneficios sociales a los que ellos no tendrán acceso. Los créditos para las viviendas caducan a partir de los 65 años, por ejemplo. Eso sí, tendran una tarjeta de crédito, y pagaran intereses sobre un préstamo que se realizarán a sí mismos. Pero no cobraran ni los juicios ni el 82% móvil, porque eso generaría insolvencia (o algo así escuché).
Otra muestra es el tema seguridad. La igualdad indica que jamás sentiran más que la sensación, detrás de coches blindados, sistema de vigilancia privada, cámaras, guardaespaldas, etcétera. El igualitarismo tolera al eterno pibe chorro, que como sabe que entra y sale de la comisaría, que nadie puede tocarlo, roba una y otra vez, amenazando con que si lo denuncian, volverá para matar a alguien de la familia, cuando no a la propia víctima. Los muertos y heridos por robo son incontables, y mucho más las personas cuyos rasguños son psíquicos. La inseguridad es una sensación y lo que mata, en realidad, es la indiferencia de nuestros gobernantes.
La igualdad hace que una fábrica de chacinados radicada en San Luis, transporta todas las semanas hasta Olivos los chorizos con los que se deleita quien nos gobierna. El igualitarismo nos muestra que muchos chicos comen apenas una vez al día, gracias a la acción de personas anónimas que se juntan para ayudar en los comedores barriales, algunos de los cuales se ha retirado la ayuda estatal por exigir transparencia en el reparto de beneficios.
Nuestros políticos, tan iguales ellos, viajan en autos propios, helicópteros o aviones. No acuden en colectivo a sus trabajos, ni en trenes que chocan por falta de frenos. No se quedan esperando ese transporte público que demora porque un paro sorpresivo hizo que se levantaran los servicios. No pierden los premios al presentismo, o el trabajo por un despido inmerecido, ni hablar de que no pierden la vida en accidentes fatales, absolutamente evitables si se hubieran hecho las inversiones necesarias, o los controles pertinentes.
Los iguales acuden a servicios médicos en donde se tratan como urgencias aspectos que, tal vez, podrían esperar un poco. El igualitarismo espera meses por un turno para un estudio médico, cuya demora podría comprometer la vida del paciente.
Y así podría seguir con muchísimos ejemplos, que seguramente ustedes, mis queridos lectores amigos, podrán agregar. Debemos aprender a "escuchar" qué nos dicen los candidatos y cómo piensan cumplir sus promeas, debemos exigirles un programa concreto y serio, con plazos, con compromisos. Sólo de nosotros depende que el igualitarismo deje de existir, y se convierta en igualdad.
Por ejemplo hoy, y si me preguntan cuál fue la frase y quién la dijo les respondo ya mismo que no tengo la menor idea, pero inmediatamente recordé la publicidad de la conocida cerveza en la que un señor arenga a un batallón de congéneres sobre las desventajas de la convivencia y una señorita hace lo mismo con un enorme grupo de mujeres, copia de la arenga de Mel Gibson en Corazón Valiente. La cosa es que luego, cuando se produce el "encuentro", olvidan esos principios que proclamaron para la "conquista" del otro, al punto de ceder en absolutamente todos los aspectos.
¿Qué tiene que ver esto con lo que nos rodea? Mucho, sobre todo porque la palabra "igualitarismo", impuesta a partir de esta publicidad, marca mucho lo que nos pasa a diario en nuestra sociedad. Porque, imposible negarlo, en Argentina existen igualdades para unos, e "igualitarismos" para el resto (que somos todos y todas).
La igualdad nos hace, justamente, "iguales" ante la ley. El igualitarimos, nos quita derechos, cedemos a la necesidad del otro (vean y escuchen bien la publicidad, hagan un análisis de lo que dicen ellos y ellas), y permitimos que nos pasen por encima...Muestras?Uff, una botonería!!
Nuestro vicepresidente ha sido denunciado repetidas veces por su repentino enriquecimiento, ha sido sospechado de tráfico de influencias y niega conocer a alguien que está intimamente ligado con la impresora de billetes a la cual el Estado Nacional, le paga (o pagaría) fortunas. Él niega todo, y sigue impertérrito tocando la guitarra (ahora algo menos protagonista que antes, un poquitito corrido de lugar), firme en su cargo, y oficiando de presidente cuando la titular del Poder Ejecutivo Nacional viaja al exterior o se toma licencia por enfermedad. En una empresa privada, quien reuna esas sospechas, es inmediatamente apartado del cargo, cuando no despedido. Ahí tenemos una pequeña muestra de esa "igualdad" ante la ley, y como se dice por ahí, que algunos son más iguales que otros.
Nuestra presidente utilizó un avión del Estado para transportar a su hijo, a raíz de un problema en su rodilla. Su "igualdad" no se compara con el "igualitarismo" al que están condenados todos los coprovincianos del chico, que no pueden trasladarse a la capital del país para solucionar sus problemas de salud.
Nuestros legisladores y gobernantes (otro ejemplo de "igualdad"), por el sólo hecho de haber tenido algún cargo en sus vidas, cobran jubilaciones de privilegio, más allá de si su función y actuación en el poder haya sido buena o mala, e incluso, los presidentes que tuvimos en la semana de diciembre del 2001, por el simple hecho de haber desempeñado ese cargo un solo día, cobrarán esa jubilación excepcional. En un claro ejemplo de "igualitarismo", nuestros viejos ven cada día como se les burlan, negándoles lo que les corresponde, debiéndose contentar con dos aumentos anuales, y escuchando cómo se utilizan sus fondos para beneficios sociales a los que ellos no tendrán acceso. Los créditos para las viviendas caducan a partir de los 65 años, por ejemplo. Eso sí, tendran una tarjeta de crédito, y pagaran intereses sobre un préstamo que se realizarán a sí mismos. Pero no cobraran ni los juicios ni el 82% móvil, porque eso generaría insolvencia (o algo así escuché).
Otra muestra es el tema seguridad. La igualdad indica que jamás sentiran más que la sensación, detrás de coches blindados, sistema de vigilancia privada, cámaras, guardaespaldas, etcétera. El igualitarismo tolera al eterno pibe chorro, que como sabe que entra y sale de la comisaría, que nadie puede tocarlo, roba una y otra vez, amenazando con que si lo denuncian, volverá para matar a alguien de la familia, cuando no a la propia víctima. Los muertos y heridos por robo son incontables, y mucho más las personas cuyos rasguños son psíquicos. La inseguridad es una sensación y lo que mata, en realidad, es la indiferencia de nuestros gobernantes.
La igualdad hace que una fábrica de chacinados radicada en San Luis, transporta todas las semanas hasta Olivos los chorizos con los que se deleita quien nos gobierna. El igualitarismo nos muestra que muchos chicos comen apenas una vez al día, gracias a la acción de personas anónimas que se juntan para ayudar en los comedores barriales, algunos de los cuales se ha retirado la ayuda estatal por exigir transparencia en el reparto de beneficios.
Nuestros políticos, tan iguales ellos, viajan en autos propios, helicópteros o aviones. No acuden en colectivo a sus trabajos, ni en trenes que chocan por falta de frenos. No se quedan esperando ese transporte público que demora porque un paro sorpresivo hizo que se levantaran los servicios. No pierden los premios al presentismo, o el trabajo por un despido inmerecido, ni hablar de que no pierden la vida en accidentes fatales, absolutamente evitables si se hubieran hecho las inversiones necesarias, o los controles pertinentes.
Los iguales acuden a servicios médicos en donde se tratan como urgencias aspectos que, tal vez, podrían esperar un poco. El igualitarismo espera meses por un turno para un estudio médico, cuya demora podría comprometer la vida del paciente.
Y así podría seguir con muchísimos ejemplos, que seguramente ustedes, mis queridos lectores amigos, podrán agregar. Debemos aprender a "escuchar" qué nos dicen los candidatos y cómo piensan cumplir sus promeas, debemos exigirles un programa concreto y serio, con plazos, con compromisos. Sólo de nosotros depende que el igualitarismo deje de existir, y se convierta en igualdad.
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