Esas palabras las pronunció uno de los hermanos de Fabián La Bella, el comerciante asesinado el viernes por la noche en la ciudad de Mar del Plata, al volver de su trabajo...
Y ése es el deseo de cada familiar de una víctima de la inseguridad, cada vez que la delincuencia arrebata una vida...Una vez más, se acompaña a las familias. Una vez más, se exige que las autoridades den la cara. Una vez más, se escuchan las promesas que se repiten con cada hecho delicitivo que tiene un desenlace fatal...
Fue el deseo de la familia Mariezcurrena. El de los Pécora. El mismo anhelo que tuvieron los familiares de Dalina. La promesa no cumplida a la familia de Dardo. La que escuchó Marcela de un ex presidente. Y, lamentablemente, los hechos delictivos se repiten, sin que desde las instituciones a las que les corresponde HACER ALGO, concreten en hechos esas promesas.
Rostros dispuestos para una foto que permanecerá lo que dure la esperanza de las familias en encontrar respuestas. Palmadas en las espaldas de consuelo que sólo servirán para que, más adelante, se sienta impotencia y desamparo. Palabras para que la próxima campaña electoral les resulte positiva.
No queremos que haya una sola muerte más, sumándonos a las palabras de esta familia que desde hoy, para algunos, formará parte de la triste estadística que se miente para decirnos que la inseguridad es sólo una sensación...Una sensación que mata y destruye, sin que, hasta el momento, las promesas de gobernantes y funcionarios se conviertan en realidades que nos permitan trabajar, estudiar, salir a hacer compras, pasear...en definitiva, nos permitan vivir como merecemos...
Participemos de todo reclamo que se haga pidiendo justicia y seguridad cuantas veces sea necesario, porque la inseguridad y la delincuencia no discrimina, no selecciona, simplemente arremete y mata. Porque nadie, ni vos, ni yo, ni ninguno de los que soñamos con un futuro mejor para nuestros hijos, queremos que haya un sólo muerto como consecuencia del delito.
Y ése es el deseo de cada familiar de una víctima de la inseguridad, cada vez que la delincuencia arrebata una vida...Una vez más, se acompaña a las familias. Una vez más, se exige que las autoridades den la cara. Una vez más, se escuchan las promesas que se repiten con cada hecho delicitivo que tiene un desenlace fatal...
Fue el deseo de la familia Mariezcurrena. El de los Pécora. El mismo anhelo que tuvieron los familiares de Dalina. La promesa no cumplida a la familia de Dardo. La que escuchó Marcela de un ex presidente. Y, lamentablemente, los hechos delictivos se repiten, sin que desde las instituciones a las que les corresponde HACER ALGO, concreten en hechos esas promesas.
Rostros dispuestos para una foto que permanecerá lo que dure la esperanza de las familias en encontrar respuestas. Palmadas en las espaldas de consuelo que sólo servirán para que, más adelante, se sienta impotencia y desamparo. Palabras para que la próxima campaña electoral les resulte positiva.
No queremos que haya una sola muerte más, sumándonos a las palabras de esta familia que desde hoy, para algunos, formará parte de la triste estadística que se miente para decirnos que la inseguridad es sólo una sensación...Una sensación que mata y destruye, sin que, hasta el momento, las promesas de gobernantes y funcionarios se conviertan en realidades que nos permitan trabajar, estudiar, salir a hacer compras, pasear...en definitiva, nos permitan vivir como merecemos...
Participemos de todo reclamo que se haga pidiendo justicia y seguridad cuantas veces sea necesario, porque la inseguridad y la delincuencia no discrimina, no selecciona, simplemente arremete y mata. Porque nadie, ni vos, ni yo, ni ninguno de los que soñamos con un futuro mejor para nuestros hijos, queremos que haya un sólo muerto como consecuencia del delito.
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