domingo, 28 de octubre de 2012

El lugar menos pensado, el lugar de todos

 
 
 
(imagen propia)

Una tarde de sol, la plaza del barrio, los chicos están trepando al tobogán, meciéndose en la hamaca, jugando en el sube-y-baja. Algunos están acompañados por sus papás, otros, más grandes, ya van solos y juegan con sus amigos a la pelota. Ninguno de ellos piensa en nada más que divertirse y jugar, como corresponde a un niño...

Y a nadie se le ocurriría pensar que una plaza repleta de sol, de verde, de juegos, de cantos, de gritos de alegría, de goles y atajadas, en donde las parejas toman sol o se sientan a la sombra de un árbol para compartir un momento juntos...pueda desatarse una tragedia.


Hace un año, un día lleno de sol, Joaquín jugaba a la pelota con sus amigos...y un disparo al aire cambió la vida de toda su famila, llevándose la de Joaquín.

Las crónicas periodísticas dirán que otro menor, más chico que Joaquín, realizó cuatro disparos al aire y uno de los tiros le dio directamente en la cabeza. La justicia, tal vez, dictamine que en ese hecho no hubo "intencionalidad", y dada la inimputabilidad del chico por sus 13 años, más allá de enviarlo a un centro de contención  y ordenarle alguna rehabilitación por algun posible problemas con drogas, no podrá hacer más. No faltará quien diga que el "pibe" es una víctima de un sistema perverso que no hace nada por rescatar a los chicos de la calle. Ni quien opine qué habría que hacer con un chico que a los 13 años, va a una plaza a "jugar" con una pistola cargada y tira cuatro disparos al aire "canchereando" con sus dos compañeros de correrías....

La realidad dice que en la mesa familiar una silla está vacía. Que su mamá no sentirá su voz por las mañanas, apoyándose en su hombro y diciéndole "mamá, te amo", con su cara de recien levantado y su pelo revuelto. La rutina diaria de repente se vio rota, y ya nada será igual.


Escuchando tocar la guitarra a su hermano, intenté imaginar qué cosas pasaban por su mente. Me fue dificil concebir qué se siente haber sido quien levantó a su propio hermano del piso, quien lo metió en un patrullero, aun con vida, quien hizo todo lo posible con la fe de salvarlo, quien lo ingresó al hospital.

Un hecho que atravesó la vida de esa mamá y esos cuatro hermanos en una cruzada en la búsqueda de justicia, una justicia esquiva, porque Joaquín, con sus 16 años no está, y quien lo mató no puede ser juzgado por ser menor de edad. Sin embargo, en su primer aniversario, lo recordaron con amor, con alegría, con un sentimiento enorme e inexplicable, que llegó profundamente a todos los que ahí estuvimos...

Pero me quedé pensando. En esa plaza, llena de chicos, caminando por el mismo lugar en donde hace un año mataron a Joaquín. En una plaza que es de todos, porque la bala podría haberle tocado a la nena que subía al tobogán, a cualquiera de los chicos que se mecían en la hamaca, o a los que jugaban al sube-y-baja. Ninguno estuvo exento del riesgo aquélla tarde de hace un año atrás...El lugar menos pensado, el lugar de todos, el lugar en donde nos tomamos esos cinco minutos para distraernos y hacer un poco de actividad física, fue el lugar de la tragedia. Le pasó a Joaquín...te podría haber pasado a vos.

Sin embargo, por alguna razón, muchos no asumimos esa posibilidad. Porque en los reclamos para que se implementen mejoras en la seguridad y en la aplicación de la justicia, faltan muchos que aún piensan que ESTO le pasó al otro, al de al lado, y no tenemos la solidaridad para decir "lo que le pasó al de al lado, me pudo haber pasado a mí" y acmpañar a quienes luchan por un futuro mejor...La plaza...Todos pudimos ser Joaquín.

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