lunes, 20 de septiembre de 2010

Huracán

            Fue un momento fugaz, que duró una eternidad. El segundo más largo de su vida. Todo, absolutamente todo, pasó ante sus ojos en ese instante. La brutalidad de la verdad tardó un parpadeo en hacerse presente, en brindarse tal como era. Dudó sobre lo que tenía que hacer, aunque tenía la certeza absoluta del camino que habría que recorrer. Las rosas mostraban sus espinas y se clavaban en su piel, produciéndole un dolor tan profundo como jamás imaginó. Los huracanes pasan en un instante y dejan destrozos que sólo se reparan con el correr del tiempo. Así se sentía ella. Aún conmovida por la fuerza del temporal, y sin sabes qué era lo que quedaría en pie. Destruida y solitaria, mirando sus propios despojos. No tuvo fuerzas para llorar. Temía que ese sólo intento la aniquilaría por completo. Y necesitaba de toda su entereza para continuar su camino

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