domingo, 6 de febrero de 2011

Juegos de niños

            Hace algunos años los niños jugaban con lo que tuvieran cerca. La bici se transformaba en Tornado, el caballo del Zorro y una soga se convertía en el lazo mágico de la Mujer maravilla. Cualquier cosa que rodara se volvía pelota y una rama del laurel más un resto de elástico prestado por mamá era un arco maravilloso para jugar a los indios.


         Eramos chicos que no entendíamos de cosas de adultos. A las diez de la noche se apagaba el televisor o nos enviaban a la cama sin chistar. Las decisiones eran tomadas por los adultos y nosotros no metíamos "la cuchara".

         Casi no conociamos la palabra transgresión y recuerdo el alboroto que hubo el día que descubrimos que un compañerito de primaria fumaba a escondidas en el baño. Las nenas éramos eso, nenas, a ninguna, por aquélla época, se le bubiera ocurrido no comer para ser modelo. Y ningún varon hubiera pedido nada más caro que una pelota de fútbol.

           En esos lejanos días éramos conscientes de que nuestros papás no podían comprar muchas cosas superfluas. Antes que el capricho por la última moda en tecnología, ropa o lo que fuere, estaban las obligaciones, las deudas. La casa y la educación de los chicos era primordial para nuestros mayores. Y si alguno comentaba que fulanita tenia algo... la respuesta era "nosotros no somos los padres de fulanita y no podemos gastar plata en eso".

         Viejos tiempos de esfuerzos y sacrificios para sacar a la familia adelante. Hoy en día parece que todo fuera absolutamente al revés. Aparentar que se tiene es más importante que tener. El celular de ultima moda, las mejores zapatillas, la ropa de marca. Las vacaciones que, en otros tiempos no se hacían, hoy se concretan sin importar mucho qué va a pasar mañana. Vivimos asi, hoy, ahora. Mañana está muy lejano y parecería que no fuera a llegar nunca.

         Hoy los niños juegan a ser adultos. Conducen vehículos motorizados, salen por la noche, beben alcohol. Reclaman la computadora de última generación y se la rebuscan para entrar al boliche en donde están todos sus conocidos. Y desde la más tierna infancia ya deciden qué quieren hacer, a donde quieren ir o con quien quieren estar.

Trasladado a otros niveles sociales, son niños que permanecen jugando a altas horas de la noche en plena calle. Asaltan comercios, invaden viviendas, circulan armados. Matan personas. Destrozan vidas como si fuera un juego de computadora en donde si presionan un botón, todo vuelve a comenzar. Pero no todo vuelve a comenzar igual.

           La excesiva ostentación que se hace de todo lo que se adquiere genera el deseo de tenerlo. Y al no poseer dinero, se obtiene de la forma que sea. Porque esos chicos también quieren mostrar algo y no pueden. Pero a ellos nadie les explica que mediante el estudio, el trabajo y el esfuerzo se consiguen los bienes materiales tan anhelados. No comprenden que la ropa, los celulares o el coche se consiguen mediante un sacrificio muy grande y a nadie le llueven esos objetos por obra y gracia de ningun dios.

              Tal vez la época en que yo viví no era del todo buena. Pero me enseñaron a ganarme lo que queria tener. Con buenas notas, con buen comportamiento. Siendo respetuosa de mis mayores y de mis iguales. Trabajando y evalluando qué puedo adquirir y qué tiene que esperar. Poniendo por delante lo importante, lo vital antes que lo superfluo y dejando ésto para cuando me sobre.

            Dicen que todo tiempo pasado fue mejor. No creo mucho en esta máxima... Pero algunas cosas estaban buenas.





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