miércoles, 1 de junio de 2011

¿Seremos leyenda?

           Por esas cosas que una no sabe, la fiebre nos trae a la memoria pequeños retazos de nuestra historia ( la real y la otra, la que vemos por la tele) y la asocia. Y al conversar en el desayuno con mi madre, recordé a Marcelo, el repartidor de fiambres que me crucé en Otamendi hace unos días, y a quien le pregunté por Mirtha, una cliente en común: "No, no voy más. En enero me asaltaron y no voy a dejar la vida por veinte pesos". Luego me comentó sobre unos vecinos de esa comerciante, que usurpaban una vivienda y no eran de buen vivir, como los causantes de su decisión. Pero no solamente Marcelo había dejado de llevarle mercadería. " El repatidor de gaseosas, el cigarrero, XX distribudores ya no quieren parar en el negocio, cansados de los asaltos y con temor a que un día pase algo peor que un robo".  
            Me quedé pensando en Mirtha, una mujer grande, que ya ha perdido muchas otras cosas más en la vida. Me la imaginé buscando ella todo lo que necesita para proveer su comercio, yendo y viniendo, ante la negativa de algunas empresas de continuar vendiéndole por cuestiones de seguridad. Y, lamentablemente, me la imaginé cerrando su negocio por cansancio, perdiendo años de trabajo, esfuerzo y sacrificio.

          Mirtha es sólo un ejemplo. Hay sectores de Mar del Plata en que varias empresas no realizan repartos por razones de seguridad. Y a los comerciantes no les queda otra solución más que salir a recorrer mayoristas, con la imposibilidad de conseguir buenos precios y la consecuencia de vender más caro los productos. Y muchos son los comercios que día a día, bajan sus persianas ante la delincuencia, y la falta de seguridad. Todo un proyecto de vida se derrumba y hay que salir a buscar soluciones para seguir viviendo.

            Nosotros mismos vamos, día a día, corriendo los límites de un cerco imaginario, cada vez más pequeño. Ponemos rejas, alarmas, perros, sensores (ahora tambien hasta en el techo) cambiamos rutinas y evitamos salir a partir de ciertas horas, porque preferimos evitar los problemas (aunque encerrarnos en nuestros domicilios tampoco sea un aval de de que nuestra seguridad esté garantizada)
Y la fiebre me lleva a la película "Soy leyenda", en donde el protagonista para evitar ser asesinado por los seres montruosos que habitan la tierra, debe protegerse con postigos de metal, eliminar cualquier huella que lleve a estas bestias a su hogar, y esconcerse antes de que el sol se ponga. No sé por qué tuve la sensación de que esa película no era tan ficiticia ni tan lejana ni tan fantaseosa. Tal vez los monstruos no se hayan generado a partir de una vacuna o un virus. No al menos un virus médico. Un virus cultural, emocional y de valores que se han perdido y que a veces parece que pocos buscan rescatar. Ojalá no seamos leyenda.

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