lunes, 6 de mayo de 2013

Rosas quemadas

(imagen tomada de la web)


La campaña de la tarjeta roja fue ruido, mostrar que se hace, cuando en realidad no se hace nada. Gastar recursos en propaganda que, a la hora de la verdad, la durísima realidad nos muestra que aún hace falta un largo camino por recorrer.


Hace unos días, en una localidad del interior de la provincia de Buenos Aires, una mujer denunció a su pareja que la golpeaba y la había amenazado con un cuchillo. Se le impuso al hombre una orden de restricción, que no respetó, se acercó a ella, le pidió casamiento, y tras un nuevo episodio de violencia, ella se negó a mantener relaciones sexuales con él. Tras el rechazo, el hombre fue al domicilio, violentó la puerta, y sacó a la mujer a la calle a los golpes y arrastrándola de los pelos, con varios testigos de vecinos.


Hoy, en Mar del Plata, amanecemos con la noticia que dos cartoneros encontraron en un descampado un cuerpo calcinado. Era el de una mujer, aparentemente jóven, que aún no se ha podido identificar. ¿Hasta cuándo el Estado gastará recursos en filmar una campaña que a la hora de la verdad no hace nada por las mujeres? ¿Cuándo el Estado se dará cuenta que debe emplear sus recursos en educación en la no violencia (tanto para un género como para el otro, la violencia de género hacia los hombres existe, aunque aún sean pocos los que se atrevan a denunciar)? ¿Cuándo el Estado comenzará a invertir en reeducar a estar víctimas, a que estén asesoradas, a poner un servicio de asistentes sociales o psicólogos que actuén de contención para quienes son vulnerables a la mirada lastimera de quién sabe que con  ése recurso conseguirá que la mujer le de una nueva oportunidad, tras lo cual la promesa de "nunca más" se olvidará en muy pocos días?

¿Cuántas mujeres han muerto, víctimas de la violencia de género, y cuántas torturadas con esta cruel forma de ensañamiento? Quemadas aún vívas, como si fueran las brujas de una inquisición moderna a las que nadie parece poder (o querer) defender. Mujeres que, luego de pasar por revisiones y declaraciones, son sólo un "expediente" pero a las que se las olvida tras un par de días de controlarles su domicilio. ¿Por qué la justicia o las órdenes que ésta imparte, son tan fáciles de saltar por encima, con total impunidad, y luego los victimarios ni siquiera son juzgados o sufren morigeraciones en sus penas producto de la mal llamada "emoción violenta"? ¿Sufre de emoción violenta alguien que ha maltratado en reiteradas oportunidades a su pareja?


El Estado DEBE implementar políticas y recursos para lograr que la violencia sea erradicada en todos sus aspectos...Pero sobre todo, debe asegurarnos que las personas víctimas de la violencia intrafamiliar sean contenidas, ayudadas y orientadas para lograr una mejor calidad de vida y lograr salir del círculo vicioso...

¿Para qué queremos una campaña publicitaria en televisión, si a la hora de la verdad, a las mujeres las siguen matando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario