sábado, 20 de octubre de 2018

¿Cuántas Sheilas más habitan el país?



Niños en riesgo. Los vemos todos los días, a cada rato. No necesitamos irnos a algún país lejano para comprobar que existen. Conviven con nosotros, cruzan la calle al lado nuestro y muchas veces viven en la casa de al lado, sin que los veamos hasta que ya es demasiado tarde.

Leo la indignación por la muerte de Sheila Ayala, una nena de 10 años, cuya desaparición movilizó a unos cuantos, pero las circunstancias de su muerte dolió a todos. Perdón, corrijo, las circunstancias de su asesinato.

Leo también que muchos hoy están enojados con los beneficios que los asesinos de la niña recibían por parte del Estado. Mismos beneficios que daba el gobierno anterior y muchos de esos que hoy descubren que algunos progenitores (padres es otra cosa) se gastan la plata de la AUH en drogas y alcohol, pidiendo a gritos que les quiten esos subsidios, antes trataban de gorilas, fachos, insensibles y varios epítetos más a quienes veíamos que ocurría en los suburbios.

Si, una golondrina no hace verano, pero la falta de controles hizo que cada vez hubieran más "golondrinas". Los organismos correspondientes a la entrega del programa de Asignación universal por hijo cada tanto publican que se extiende o prorroga el tiempo obligatorio en el que se deben presentar los certificados médicos y escolares que permitan la continuidad del plan (http://unamiradacomn.blogspot.com/2017/12/ni-chupi-ni-juego-ni-pucho-ni-falopa.html?m=1).

Cuando alguien, hace algunos años, dijo que los padres se gastaban el dinero en juego y alcohol, medio país saltó a defender a los pobres padres estigmatizados por ser pobres, excluidos sociales de las políticas neoliberales de los 90, cuyo gobernante formaba parte de sus propias filas (faltaba ver al mismo turco gritando eso).

El problema es que nadie controla. Nadie se atreve a pedir que se presente un comprobante que demuestre que ese dinero fue utilizado para adquirir alimentos, ropa, útiles o lo que fuera en beneficio del chico que es el verdadero beneficiario final de ese subsidio.

Es intervencionista. No corresponde. Nadie pide que demuestre en que gasto lo que yo gano. Justamente, yo me lo gano y el subsidio tiene un objetivo que, a las vistas, no se cumple, al menos en un grupo de personas.

¿A nadie de ninguna institución estatal se le ocurre preguntar que pasa con los chicos que dejan de percibir la asignación?  Sacando a los que cumplen 18 años y a los niños que fallecen por distintas causas, hay un cúmulo de pibes en un limbo del cual nadie se percata y por el que nadie pregunta. Chicos que quizás se fugaron de sus hogares, que los padres no están en condiciones psicofísicas de cumplir con los tramites. Chicos que dejan de percibir un derecho porque a los que están atornillados en sus puestos, cobrando mes a mes sus sueldos públicos, no se les prende ninguna lamparita.  Sólo se remiten a decir que 50.000, 100.000 o 200.000 asignaciones dejarán de pagarse y a otra cosa. Durante el gobierno de Cristina Kirchner también  pasaba.

Hoy leo que muchos dicen "basta de Sheilas", sin embargo Sheila Ayala es le punta del iceberg que nadie quiere ver.

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