viernes, 16 de julio de 2010

Judía por un día

           Hace muchos años viajé a Capital Federal por cuestiones de trabajo. Tenía 24 años y poco tiempo, asi que con mi colega hicimos todo lo más rápido posible.En aquél entonces yo trabajaba casi por mi cuenta, vendiendo regalería y cosas por el estilo.  Habíamos ido a varios lugares, algunas papeleras, hicimos algunos encargues. Nos faltaban pocas cosas.

       
           Recuerdo que llegamos muy temprano, Habíamos viajado toda la noche, para aprovechar el tiempo. Y, por alguna razón me quedó grabado un lugar, un edificio oscuro, al lado de una distribuidora de juguetes. Continuamos con todo aquello que teníamos planeado y volvimos a Mar del Plata, ignorantes aún de lo que pasaría un mes después.

            La fecha del viaje habia sido adelantada. En julio, en época de vacaciones los pasajes eran más caros, y corríamos el riesgo de no conseguirlos. Cuando uno busca minimizar gastos, estos detalles cuentan. Y realizamos la excursión de compras en junio, para quedarnos tranquilos.


           Exactamente un mes después, en realidad el día que habíamos planificado viajar originalmente, una bomba estalló en el edificio de la Amia. Ese edificio oscuro que tanto me había llamado la atención. La distribuidora de juguetes habia quedado destruida. Mi socio, que conservaba la boleta, me la mostró, señalándome la hora de facturación. Habiamos estado allí casi a las diez de la mañana.

            No sé qué extraño designio hizo que cambiaramos nuestros planes. Mientras veia los noticieros, dentro de mí se mezclaban mil sensaciones. ¿Tenía que agradecer por estar viva? ¿Me tenía que sentir culpable por estarlo? Sólo sabía que hubiera querido estar ahí, ayudando a rescatar a uno de los 85 argentinos que murieron. Porque en ese atentado a una mutual de una asociación religiosa, murieron 85 personas que habitaban nuestro país. Y cada 18 de julio, me siento judía y comparto con el pueblo entero su dolor.


         

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