sábado, 24 de julio de 2010

Sobredosis

            Algunas veces siento que vivimos en constante "sobredosis". De trabajo, de exposición, de noticias. Todo el tiempo estamos ametrallados por una andanada de información con la que no sabemos qué hacer. De repente me pregunto cómo hacen algunos chicos con tantas actividades que tienen ya que, además del colegio, van inglés, fútbol, danzas, dibujo, etc.


            Enciendo la tele, y constantemente brotan de todos los canales la misma noticia repetida hasta el infinito. Que si éste dijo tal cosa, que si aquél le contestó. Una permanente agresividad que llega, en algún momento de nuestras vidas, a afectarnos.


              Veo gente conocida que no sé en qué momento descansa, algo funtamental para el organismo. Se despierta en horas tempranas para trabajar, asiste al ginmasio, sale, se acuesta tarde. Y en esas salidas constantes y exageradas, también nos aturden con música a altísimo volúmen y humo de cigarrillo.

               Siento que nos estamos olvidando de nosotros mismos. Que si no hacemos lo mismo que los demás, somos amargados y aburridos. Como si por alguna razón, todos debieramos divertirnos con las mismas cosas, hacer lo mismo que los demás, vivir como viven todos.

                Por alguna razón, adoro el silencio. Esa paz brutal, en la que sólo se oye el rumor del viento en las hojas de los árboles. O el sonido del mar, acariciando las playas. El silencio me permite oirme a mí misma. Me deja divagar, sin presiones, hacia dónde me gustaría ir. El silencio, en su justa medida, es la música más maravillosa del mundo.

           

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