lunes, 23 de agosto de 2010

Tiempos violentos

          Un muchacho cruzaba una calle, para ir a su trabajo, y una 4x4 que quiso doblar casi lo atropella. Al frenar, el conductor se baja con un arma y dispara, sin dañar a nadie afortunadamente, salvo el vidrio de un bar.

           Un chico de dieciseis años sale de su casa para ir a un evento. Vive cerca y sale con un grupo de ammigos. De la nada, un auto los arrincona y acusa al chico de haber manoseado a su novia. Saca un arma y dispara. Franco murió.

            Una joven aparece con el 90% de su cuerpo quemado. Su pareja dice que estaba limpiando discos con alcohol y quiso encender un cigarrillo. Tenía tres semanas de embarazo. Los padres lo acusan de mal trato. Fátima murió.

           ¿Qué nos pasa como sociedad? La violencia verbal o física  es la noticia del día en todos los medios. Más allá de la inseguridad, que la hay, estamos viviendo una época en donde impera la falta de consciencia de la vida del otro. Como si no importara nada. Jugados todo por el todo, los delincuentes muestran una indiferencia aberrante con sus víctimas. Abuelos que cobran apenas algo para subsistir, son golpeados y picaneados, y en algún caso, han muerto por el mismo susto.

          Dentro de la propia familia existe una relación violenta que asusta. Cada vez más, vemos que parejas, hijos o padres viven un vínculo inexplicable, en el cual la cohexistencia se hace insoportable y, sin embargo, la convivencia obligatoria hace que se deba soportar un mal trato físico o verbal.

          ¿Será que vivimos en una sociedad frustada, sin valores, a los que la falta de metas, de sueños, de proyectos realizables la está volviendo más violenta? ¿Será que ahogamos nuestras frustraciones en alcohol, drogas y excesos para esconder nuestra fragilidad y nuestra impotencia, para volcarla en los seres que nos rodean?

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