domingo, 22 de agosto de 2010

Simplemente NO a la violencia

          Las mujeres hemos sido condenadas a vivir bajo la vigilancia y control de la parte masculina de la humanidad desde épocas bíblicas y justamente por haber "perdido" el paraíso. Hemos sido discriminadas y nos han hecho creer que somos el sexo débil, la parte emocional de una pareja en donde nuestro destino lacrado ante el altar y el registro civil nos condenaba a una existencia doméstica y domesticada. Dependíamos económicamente de los hombres. Hoy en día, en países de medio oriente, está mal visto que una mujer trabaje, estudie o se independice. En muchos lugares de estas culturas absolutamente diferentes a la nuestra, está mal visto que las mujeres caminen por la calle solas, sin la compañía de un hombre mayor de sus casas. También en estos países que nos resultan pintorescos, las mujeres deben ocultarse a la mirada de los otros, tapándose con gurkas que apenas les da espacio para una mínima visión. En muchos de estos lugares, mutilan sus cuerpos para que no sientan goce sexual, ya que sus religiones consideran al cuerpo femenino simplemente como una máquina reproductora y es un pecado aberrante que una mujer sienta placer.

          Vivimos en una sociedad occidentalizada, con todos sus defectos y muchas de sus virtudes. Las mujeres hemos ganado espacios, pero aún la lucha continúa. Hasta hace algunos años, la violencia doméstica era eso, doméstica, paredes adentro. Los demás no se metían, no opinaban, no decían nada. En ámbitos policiales las cosas "se arreglaban por la noche, debajo de las sábanas" (esto dicho a un miembro de mi familia al querer realizar una denuncia, hace varios años). Hasta hace algún tiempo, la violencia doméstica se resumía al famoso "algo habrás hecho"... repetido por algunas mujeres que apañaban este tipo de conductas machistas.

           Afortunadamente las mujeres hemos demostrado que no somos el sexo débil que nos quisieron vender. Que somos más fuertes que muchos hombres, aunque no estemos deformadas por músculos de exhibición. Que nuestra fuerza está en nuestro interior. En nuestra capacidad de cambio, Nuestra fuerza está, fundamentalmente, en que somos las que engendramos vida y, como cualquier otra madre de todas las especies, vamos a defender a nuestros hijos de todo.

         Sin embargo, aún quedan algunas hermanas que por alguna razón no se aleja de quien le hace daño. Ninguna mujer debe soportar la violencia en ninguna de sus formas. Ni llegar al extremo de arriesgar su vida. Las promesas de amor eterno realizadas ante cualquier juez o sacerdote deberían quedar automáticamente caducas cuando la otra parte no cumple con sus promesas de cuidado, amor y respeto. Ninguna mujer debería quedarse junto a un hombre que la amenace con hacerle algo a ella o a cualquiera de sus seres queridos, porque desde ese momento se convierte en rehén de un maltratador físico o verbal.

        Soportar estoicamente una situación de maltrato no nos convierte en heroínas, nos convierte en víctimas de la violencia y el final  va desde la destrucción de la propia autoestima hasta la muerte. Cualquier animal de la tierra tiene instinto de supervivencia y huye del maltrato y la violencia. La cultura machista ha dormido nuestro instinto de supervivencia haciéndonos creer que porque te quiero, te aporreo....

       Porque te quiero te hago bien, te cuido, te respeto. Porque te quiero, quiero que tu vida sea la mejor.  Porque te quiero, porque te querés, no debemos vivir en un ambiente de terror. Escapemos de la violencia. No tengamos miedo a la denuncia. Obliguemos a los miembros de la Justicia a hacer su trabajo. Para que vos no sea la próxima Fátima, que se debate, ella y su hijo aún en su vientre, entre la vida y la muerte. Denunciemos para no formar parte de la larga lista de mujeres asesinadas por un maltratador.


P/D: acabo de leer en internet que Fátima murió. Que descanse en paz y se haga justicia.
     

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