jueves, 21 de octubre de 2010

Mi mamá y la justicia (y la Justicia)

            Antes de comenzar a desarrollar el tema que voy a tratar, quiero contar una pequeña anécdota familiar. Tengo un hermano seis años mayor y nuestra madre aplicaba un sistema de premios y castigos para educarnos. En mi caso, si me portaba bien obtendría la muñeca, vestidito o juguete soñado... descontaba que si me portaba mal no tendría nada. En consecuencia, me portaba bien, hacía los deberes y por supuesto, lograba obtener aquéllo que deseaba. Al contrario que mi hermano, quien se mandaba todas las macanas habídas y por haber juntas, pero en definitiva, por alguna razón que jamás comprendí, le llegaban los "premios" por buen comportamiento.

            Cualquiera puede pensar que lo mío son "celos fraternales" y nada más lejos. Porque al fin y al cabo le agradezco a mi madre haberme criado peleando por lo que quiero, con una línea de conducta, habiendo conocido los límites entre lo bueno y lo malo. Sin embargo mi hemano no aprendió nada. ¿Por qué? Porque como él obtenía lo que quería igual, no terminó de aprender esa lección fundamental de la vida, esa distinción que existe entre el esfuerzo y no hacer nada para obtener "algo".

             Y esta pequeña anécdota familiar es una analogía perfecta de lo que sucede con los jóvenes, y los ya no tanto, y la Justicia, la otra, la que se escribe con mayúsculas y que se encarga de castigar a quienes cometen faltas graves.

              Para muestra basta un botón.  Hoy leí en el diario que sobreseyeron al delincuente que disparó a Fernándo Cáceres. Como en el momento de cometer el delito era menor, era inimputable. Si bien estuvo durante 180 días en un instituto de menores, al salir continuó delinquiendo, razón por la que ahora está procesado pero por otro delito. La Justicia para el ex jugador de fútbol, bien, gracias.

             Mas allá de los pactos firmados a nivel internacional, si cada vez que un joven delinque queda sobreseído por ser menor de edad, el mismo menor queda sin sentimiento ni de culpa ni de que ha cometido un delito y que debe pagar por él. Ya que como menor no puede ser procesado, en mi humilde opinión, las causas no deberían cerrarse. Al contrario, deberían quedar aunque más no sea "en suspenso" hasta el día en que el delincuente cumple sus 18 años. Y ahí, sí, juzgarlo como adulto que es y que cumpla con la condena que le corresponda.

             Si nunca un chico va a ser juzgado por los crímenes cometidos, es lógico que su pensamiento sea el de la impunidad, total entra por una puerta y sale por la otra, pudiendo volver a cometer fechorías sin que nadie lo juzgue ni aplique ninguna clase de castigo. No existe en su consciencia concepto de "correcto" e "incorrecto"  ya que sus actos, por su edad,  son inimputables. Pero, si supieran que en algún momento van a tener que cumplir con la sociedad, tal vez, y sólo tal vez, los "menores" pensarían dos veces las cosas antes de cometer un delito, ya que a partir de la mayoría de edad su prontuario sería juzgado en su totalidad ante la ley de los hombres.

            Lo mismo está ocurriendo con los accidentes de tránsito. Hace muchos años hubo un accidente gravísimo en el que un muchacho corría picadas en una avenida con un auto preparado, provocando la muerte de una mujer y su hijita. Al  joven le retiraron la cédula de conducir. Igual manejaba. Consiguió un registro en otra jurisdicción. Al igual que la "Hiena" Barrios, que prometio no volver a conducir, y maneja un auto mientras espera el juicio por el accidente que le costó la vida a una joven embarazada. Del mismo modo en que esta semana otra persona al volante.

             Evidentemente al no existir un castigo ejemplar,  no puede haber una consciencia del delito cometido. Asesinan, total, la condena es excarcelable, total, se apela la sentencia. total, la vida ya no importa nada y los valores morales están caducos. Tal vez mi vieja debería darle algunas lecciones a los jueces! Recordarles que cuando se hacen las cosas mal, cuando se comete un delito, éste no puede quedar impune... Es muy doloroso tener que esperar a que la vida se encargue de castigar al delincuente... La Justicia debería darnos la posibilidad a los que hacemos las cosas bien, de sentir que no se premia injustamente a los ladrones y asesinos con la libertad, con todos los beneficios que deberían ser extraordinarios, y que paguen sus crímenes ante la sociedad. Los jueces deberían hacernos sentir protegidos, ya que los que cumplimos la ley somos los que estamos en sus manos para continuar viviendo. Los jueces deberían hacer cumplir las condenas para que los delincuentes sepan que van a pagar por sus crímenes y vean que no es todo tan fácil, (total, no pasa nada!), que sí pase algo, que piensen en lo que pueden perder con ése camino que eligieron. Que no les resulte tan fácil... Que se haga Justicia!

          

             

1 comentario:

  1. amiga excelente cuanta razon tenes,y muy buen ejemplo fue contar lo de tu mama.vos aprendiste mira la mujer que sos......

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