martes, 26 de octubre de 2010

Primer mundo...¿dónde estás?

           Desde hace muchos años escucho que la gente dice que afuera se está mejor. Que en Europa o en Estados Unidos las cosas son diferentes. Que las oportunidades son mejores. Que allí sí se puede vivir. Que todo lugar que no sea nuestro país, siempre es mejor.

          Sé de personas que han tenido que emigrar para poder ejercer su profesión porque en nuestro país no tenían las mismas posibilidades. A algunos les ha ido muy bien. A otros, no tanto. Algunos han formado una familia, se han establecido. Otros, por falta de papeles, de contactos, o simplemente porque no soportaron el desarraigo, han regresado con más pena que gloria.

          Sin embargo, ahora que existe facebook, que a través de internet puede leerse la versión digital de los diarios internacionales, una puede informarse de que el paraíso terrenal extranjero no es como lo pintaban. Compartiendo comentarios con españoles me entero que la violencia de género es casi igual que en Argentina, que a las mujeres también las matan, las queman, las torturan. Que en América Latina reclutan mujeres y son llevadas a Europa con la promesa de trabajo y luego les retiran el pasaporte y las obligan a prostituirse. Que llegar a un aeropuerto español puede ser, para un turista argentino, una odisea.

          Que en Francia excluyen a los gitanos, que la crisis también les llegó, que ahora aumentaron la edad jubilatoria. Que en Estados Unidos el problema no es ingresar, sino quedarse, porque si lo descubre el Departamento de Migraciones y lo deportan, no puede volver más.

           Los sacerdotes practican la pedofilia, la hipocresía y el doble discurso es idéntico al argentino. Vimos la crisis griega, con marchas iguales a las del 2001. Ponderamos al pueblo chileno con el rescate a los mineros y ahora se hablan maravillas de su gobierno, pero para que la mina se derrumbara, para que la empresa no tuviera a sus empleados asegurados, es porque muchas cosas pasaban por algo, como sucede en nuestro país. De hecho que los mineros reclaman mejores condiciones de trabajo y hasta han participado de algunos reclamos organizados por sus compañeros.

           Mirar hacia adentro y ver qué hacemos para que nuestro país sea mejor también es tarea nuestra. No sólo de los políticos. Porque éstos, en definitiva, duran en el poder lo que el voto popular les permite. Si bien existen prácticas non sanctas, que se realizan sobre todo en localidades del interior, ampliamente documentadas por algún noticiero porteño, nunca la Justicia operó como para evitar las dudas sobre la legalidad de esas elecciones. Pero insisto, todos y cada uno de nosotros, debemos buscar mejorar y ver qué podemos hacer para que este país, nuestro país, sea un lugar mejor. Que realmente no le envidie nada a ninguno de los lugares llamados "primer mundo".

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