miércoles, 17 de noviembre de 2010

Que canten los niños

            Vanesa jugaba con sus hermanos y otros niños en el campo en donde sus padres trabajan. De repente cayó en un pozo de más de 20 metros de profundidad, quedando atrapada allí. Toda clase de rescatistas acudieron. Los medios llevaron sus cámaras y hasta el mismo gobernador de la provincia, Daniel Scioli, hizo acto de presencia.



            Vanesa nos tuvo en vilo cerca de siete horas, siguiendo su rescate paso a paso. Nos emocionamos cuando pudo por fin estar en brazos de su mamá, al igual que cuando se transmitió en vivo y en directo el rescate de los 33 mineros chilenos. Nos abrazamos felices de saber que la niña de apenas tres añitos, por fin, habia superado una prueba semejante.

            Casi a la misma hora en que todos estábamos felices por el rescate de Vanesa, Ezequiel moría en una clínica a raíz de un tumor cerebral, provocado por los tóxicos con los que realizaba su trabajo esclavo en una granja de Pilar. La empresa los había traído de Misiones en el año 2007, con la promesa de trabajo, una vivienda y crecimiento sano para los chicos. Sin embargo, nada de eso se cumplió. Para cumplir la meta de la empresa y saldar la deuda que se le impuso por el traslado y la vivienda, el padre de Ezequiel debía trabajar en un galpón solo, limpiando guano y sangre de gallinas y manipulando el veneno para las moscas. Una tarea que sólo podía ser efectuada por cinco o seis personas. Y la familia se involucró en el trabajo para ayudar al padre. Ezequiel fue filmado manipulando el veneno en 2008 por La Alameda, una ong que se dedica a denuncia trabajo esclavo.


             En septiembre el niño fue internado a raiz de un desmayo. Le detectaron un tumor. La empresa extorsionó a los padres del nene, si los denunciaban iban a ser ellos quienes perderían la custodia de los niños, los silenciaron a cambio de la supuesta atención médica. Ezequiel fue trasladado a otro centro, relacionado con las autoridades de la granja, en donde no trascendió la situación del chico. Y, mientras celebrabamos a la par de los padres de Vanesa, nadie consolaba a los de Ezequiel.



           Hubo cámaras en ambos casos. Sin embargo ninguna autoridad se hizo cargo de la situación de esclavitud de Ezequiel y su familia. Ni de tantos otros niños que, junto a sus padres y hermanos, la sufren. Los gobernantes deberían poner la cara en ambos casos. Esta noche dos familias tendrán sentimientos distintos, porque la justicia y quienes tienen la responsabilidad de velar por nuestra seguridad, actuaron distintos.

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