lunes, 14 de mayo de 2012

La guerra de los Idiotas

(Aclaración: este texto es ficcional. Fue concebido  en los tiempos del Turco 1°...reescrito en la actualidad y no finalizado...cualquier parecido con la realidad...será pura coincidencia?)
                
                          La guerra de los idiotas



          En aquéllos días, la nación se encontraba dividida en dos estamentos sociales, los Grandes, quienes detentaban el poder y el conocimiento, y los Idiotas, grupo conformado por el resto de la sociedad que se dedicaba a trabajar y a, simplemente, ser liderados por los Grandes.



        El líder de los Grandes había fallecido y su cuerpo había sido cuidadosamente preservado, y celosamente custodiado, para poder al fin lograr la continuidad del proyecto. El mausoleo, que había sido construido en tiempo record, se hallaba muy cerca de la Ciudad Secreta, en donde el hijo primogénito de cada Grande se formaba para suceder a sus padres en la dirigencia del país. Cada Grande y su primogénito accedía a todo el saber real, histórico, político, geográfico, cultural y científico que existiera. Esto impedía que cualquier Grande pudiera tener contacto directo con un Idiota, ya que esta educación absoluta era negada al resto de la población.



Los Idiotas, cada mañana, veían en los noticieros las buenas noticias que el gobierno quería que se conocieran. Se ensalzaban las virtudes de los miembros del poder, destacando cada gesto, real o inventado, y ocultado sus crímenes aberrantes. Ningún Idiota tenía ni el derecho ni el poder de juzgar a un Grande. Sus hijos obligatoriamente concurrían a escuelas públicas, en donde cada docente controlaba que se colocaran correctamente sus cascos de realidad virtual, y así se les impartía el conocimiento que requerían para cumplir con sus obligaciones y deberes.  Éstos eran trabajar diez horas por día, concurrir a la sede del partido los domingos y escuchar atentamente y en silencio (a menos que se autorizase a aplaudir o a festejar) los extensos discursos que, alguno de los Grandes, les daba consecutivamente. La ausencia a cualquiera de estos actos era considerada alta traición y el Idiota que osase no asistir era expulsado a la  Zona Maldita, en donde reinaba el caos y el crimen. (En secreto se corría la voz que los Malditos se comían a los pocos Idiotas que eran expulsados. Éste secreto, obviamente, fue dado a conocer por un Grande para implantar el miedo en la sociedad)



  Muy pocos Idiotas se atrevían a preguntar qué escondían en la Ciudad Secreta, ya que luego de la muerte del Líder, muchas personas entraban y salían, se veían ir y venir autos y camiones blindados. Algún suspicaz pensaba, ya que otra cosa no se atrevía a hacer, que era demasiada actividad para atender a un muerto…pero se trataba del Líder y su espíritu era más poderoso que la muerte.



  El secreto que guardaba el mausoleo era un gran laboratorio en donde se practicaban técnicas de clonación, para que la casta del Líder continuara gobernando. Luego de que su primogénito completase su formación, y llegado el momento de quitarlo del medio, un clon del Líder dirigiría a la nación. Por supuesto que este clon tendría un sucesor  de “repuesto” en caso de rebelión, ya que las técnicas científicas estaban muy avanzadas pero se conocía muy poco sobre el comportamiento de los clones en circunstancias específicas. Hasta entonces, habían sido utilizados para trabajos domésticos, sin ninguna remuneración, ya que jamás habían sido considerados personas. Podían ser asesinados sin que nadie los reclamase, ya que no tenían familia, y eran utilizados para los más crueles fines. (Los prostíbulos que se encontraban rodeando la ciudad estaban llenos de estos pobres seres condenados a “pagar” los gastos que había ocasionado su “nacimiento de laboratorio”).



  En una sociedad organizada como estaba la actual, era por demás que evidente que no podían mezclarse Idiotas con Grandes, ya que cualquier comentario que despertase la curiosidad de los Idiotas podría ocasionar una catástrofe a nivel nacional y el fin de la dinastía de los Grandes.



   Muchas veces, cuando  los educadores de los Idiotas descubrían  que alguno comenzaba a tener sospechas y no resultaba sencillo adiestrarlo, un consejo de Grandes determinaba  si convenía o no “ascenderlo”, para demostrarle al resto de la  nación que cualquier Idiota, si  se esforzaba y mostraba “ganas de crecimiento”, llegaba a algún puesto de poder. Con esta estrategia,  sobornaban  la más mínima posibilidad de disturbios que pudiera generar cualquier Idiota entre los suyos.



 Lo que los Idiotas no sabían era que su ciudad se encontraba sabiamente rodeada por una gran muralla, inexpugnable a los intentos de los habitantes de la Zona Maldita de ingresar o sabotear el gran proyecto. La poca información que manejaban los Malditos era proporcionada por el boca a boca, ya que no contaban con la tecnología necesaria y, además, cualquier aparato informático podía ser rastreado por los Grandes y automáticamente saboteada toda la información. 



  En la Zona Maldita no existía más que la pobreza. Debían autoabastecerse  de alimentos y bebidas, ya sea comprando contrabando quien tuviera dinero, o robando la mercadería a quienes proveían a la Ciudad Secreta o al ghetto Idiota.  Los hijos de los Malditos no asistían a la escuela, eran educados por sus padres, con el conocimiento adquirido mediante charlas clandestinas que eran dadas por los primeros Malditos en ser expulsados del ghetto. O quienes lograron huir, antes de ser domesticados por el conocimiento facilitado por los Grandes.



   Entre los mismos Malditos eran desconfiados. Cualquier Idiota recién expulsado podría ser un espía enviado por los Grandes, para sabotear algún proyecto de liberación o de acceso al ghetto, ya que uno de sus planes era el de lograr que los Grandes quedasen al descubierto y los Idiotas , junto con los Clones, fueran liberados de sus distintas formas de esclavitud.



(Continuará….)

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