lunes, 27 de agosto de 2012

¿Qué nos pasa?

 
 
Por alguna razón me detuve en su historia, aunque hubo muchas más. El señor vino casi a primera hora, se enteró de un BANDERAZO en reclamo por la seguridad y se prendió. Llevo su bandera italiana, y pidió permiso para extenderla, porque no tenía o no encontraba la celeste y blanca. ¿Cómo le iban a decir que no? A sus tal vez 80, fue solito y estuvo todo el tiempo participando. Y caminó todo el recorrido de la marcha que se realizó posteriormente, casi encabezándola.


Al oirlo, una escuchaba contar lo que, tal vez, suene repetido: que le entraron, lo golpearon, le robaron. Que tal vez eran menores, que seguramente no los atraparon. En un momento, una joven se le acercó al reconocerlo. Este señor y su papá eran conocidos, y al preguntarle por él, la joven dijo que su padre había fallecido hacía diez días, víctima de un infarto, luego de haber sufrido un asalto.


Una mujer reclamaba por su tío muerto. Los familiares de las víctimas del delito dijeron su presente. Gente joven, gente mayor. Personas que movilizados por una preocupación, asistieron a caminar para que al que le corresponda, cumpla con su tarea.

En cada banderazo se escuchan miles de historias, y todas y cada una valdría la pena escribirlas. Porque esas historias no son una sensación implantada por los medios. Son los hechos reales y verídicos que le han ocurrido a cada ciudadano en particular. Que se ha sentido desprotegido al ver que la Justicia otorga beneficios a personas que aún no han cumplido los tiempos legales para recibirlos. Que se han sentido rebajados en sus derechos al escuchar que quienes deben cuidarnos, achacan al informativo la culpa por la repitencia en las noticias. Que, como quien les escribe y tantos otros, hemos vivido en carne propia un hecho de inseguridad a plena luz del día, en lugares públicos y sin que nadie asistiera tras un llamado.


A todo esto, hace varios días hubo una "desaparición" en algunos medios virtuales de la llamada "sección policiales". Muchos somos los lectores que elegimos las versiones digitales por comodidad o para leer diferentes puntos de vista y formarnos una opinión. Leer cinco veces que asesinaron a X, no me hace "sentir" que lo mataron cinco veces, me hace ver los diferentes modos de informar la noticia, me hace enterarme de algún detalle que otro medio no relató, y me hace saber que muchos "copian y pegan" del medio más "importante" (si, entre comillas) sin realmente averiguar los datos y, a la vez, mantener muchos errores en la información brindada.

Y ese llamativo silencio me hace reflexionar y pensar qué pasa por la mente de muchas personas que, conociendo lo que sucede, calla. Porque silenciar un delito no hace que el delito desaparezca. Ocultar un crimen no provoca que las estadísticas criminológicas de la ciudad bajen.  No decir qué ocurre en la ciudad no va a evitar que cualquiera sufra un hecho delictivo. Flaco favor se hacen a sí mismos, cuando sabemos que los medios quedan, y los jefes pasan, con más pena que gloria, por la ciudad. Nadie, ni el más poderoso ni el más débil, están exentos de sufrir un hecho delictivo.


Mar del Plata no va a ser más o menos insegura porque los medios (al menos los digitales) retiren secciones y coloquen cartelitos en donde dice "si quiere mas información vea la versión impresa". La ciudad será un buen lugar para residentes y turistas cuando el señor de 80 años con su bandera de Italia no deba salir un domingo por la tarde a exigir seguridad para él o su familia. La ciudad será segura cuando salir a trabajar, a estudiar o a trabajar, sea simplemente eso, y los delincuentes no se sientan amparados por un sistema permisivo que no los condena, que los deja libres porque se han realizado mal las investigaciones. La ciudad será segura cuando el centro de contención de menores y la penitenciaría de Batán no sean un hotel a puertas abiertas, en donde los detenidos salen a su antojo mientras se transmite un partido de fútbol, un reo se hace pasar por otro sin que nadie se de cuenta o los barrotes del sector de máxima seguridad se derritan a medianoche, permitiendo la fuga de un sospechado de tres muertes.

Es cierto que la delincuencia existe desde que el mundo es mundo, y no porque se haga un reclamo se acabará para siempre. Lo que exige ese reclamo es que quienes deben cuidarnos, controlar el cumplimiento de las leyes, protegenernos y cobran para ello, hagan su trabajo como corresponde. Para que no le peguen más al abuelo de la foto. Para que otra joven no cuente que su papá murió de un infarto tras un asalto. Para que a tus hijos no les roben las zapatillas que a vos te cuesta tanto ganar. Para que cuando salgas de tu casa o tu trabajo tu auto o moto estén donde las dejaste. Para que puedas pasear por la costa sin que aparezca alguien a robarte algo más que un celular.

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