martes, 5 de febrero de 2013

"Hubo un tiempo que fue hermoso..."



Hay días en que una quisiera que algunos hechos no se superpusieran, porque evidentemente no podemos estar en dos lugares al mismo tiempo. Mientras hoy se efectuaba la concentración de la ONG de Familiares de Víctimas del Delito y del Tránsito de Mar del Plata, Charly y Nito presentaban sus estatuas en una esquina de la ciudad.


Indudablemente comprendo que muchos de los que crecieron escuchando sus canciones, habrán querido volver a verlos juntos, escuchar tal vez algunos de sus temas, tocarlos, sacarse una foto con ellos...Pero, mientras tanto, había un grupo de personas que ya no podrán tocar, sacarse una foto o escuchar la voz de un familiar, al que la delincuencia le quitó la vida. Así de sencillo. Así de trágico.


Como he escrito en alguna que otra oportunidad, aún no llego a entender que sí tengamos tiempo para hacer diez horas de cola para adquirir las entradas para un partido, o para un recital, corriendo el riesgo de llegar a la ventanilla y que las mismas se hayan agotado. Será que no soy cholula, o que no me gustan los amontonamientos exagerados de gente, o que prefiero comprar el disco y escucharlo en casa, antes que pasar horas de pie en un recital.


Lo que no comprendo es que no tengamos compromiso con nuestra propia vida. Que no veamos que ese signo de interrogación con el que finaliza la bandera de la ONG puede llevar nuestro rostro o el de un ser querido. Que en lugar de unirnos en un reclamo, se diseminen las fuerzas en pequeños gestos, que si se suman, podrían obtener resultados sorprendentes. Una sola varilla es fácil de romper, pero hace falta mucha fuerza para quebrar un gran manojo de varillas al mismo tiempo.


Hay días en que me gustaría escribir de otras cosas, por ejemplo, emular a Neruda o a Alfonsina y dejar vagar mi imaginación a cosas mucho mas agradables. Pero tengo un compromiso con mi vida. Con la de mi familia. Con la vida de las personas que me rodean. No soy una heroína, ni tengo el valor que muchos me adjudican, es, simpleemente, el egoísmo de no querer que me pase los mismo. De haber comprendido que si no me uno a los que están haciendo algo, después no podré quejarme.


Mañana puede ser tarde para la persona que tenemos al lado, o para nosotros mismos. Participemos, unamos nuestras voces, gritemos todos juntos. Más allá de la política partidaria, hay un reclamo que trasciende personas, no cargos ni puestos. Los funcionarios pasan, pero las funciones quedan y debemos estar seguros del camino que llevan, para lograr una ciudad segura.

No esperemos a cantar, con añoranza, la famosa canción de Sui Géneris, recordando los momentos que se nos fueron junto a esa persona que hoy no está. No esperemos a ver su foto (o la nuestra) en la bandera de las víctimas fatales.

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