sábado, 6 de junio de 2015

#CuántasMás?

Esta semana fuimos partícipes de la marcha #NiUnaMenos, convocada a través de las redes, en reclamo para que el gobierno implemente los medios para que la ley de violencia de género sea una realidad y no un simple papel firmado para "decir que hacemos, sin hacer nada". Propaganda para ganar votos, pero de hechos...

Mientras la marcha se realizaba, en nuestra ciudad una chica embarazada fue golpeada por su pareja, y en el gran Buenos Aires, un hombre golpeó a su esposa (o ex) y mató a su propia hija. Y desapareció Leonela, la nueva (tristemente) protagonista de una muerte que muchos asociarán a la violencia de género y otros, debido a ciertas particularidades difundidas hasta ahora de su muerte, dirán que no tiene nada que ver. Y el problema está en discriminar a la violencia "en partes" y no como un flagelo global, que nos afecta a todos como sociedad.

Un día hablamos de "bullyng", el acoso escolar que sufren los chicos en las escuelas por parte de sus propios compañeros y que suele detonar en hechos lamentables. Otro día se deja al bullyng a un costado, y se habla de la violencia en las escuelas que los chicos ejercen sobre los docentes, y se gastan horas en debates interminables. Luego aparece un caso de violencia doméstica, y todo gira en torno a las cientos de mujeres que la sufren...Al día siguiente una persona golpea a otra hasta casi matarla en un entrevero vial...y de lo único que se habla es de la locura y el caos en el tránsito.


¿Qué tienen todos estos puntos en común? La violencia. Lisa y llana. No importa si es en el fútbol, en la casa, en la calle, en las escuelas. No importa si es privada o pública. No importa porque es una enfermedad que nos invadió a todos y que parece que muy pocos saben cómo combatir. Una epidemia que se nos hizo tan habitual, que vivimos, dormimos, comemos y trabajamos con ella todos los días, sin que nos preocupemos en evitarla.

Cualquier cosa la detona. No importa qué. La persona violenta no tiene que tener una razón para estallar y salir a pegar, golpear, insultar y agredir sin más ni más. Una persona que controla sus ataques de furia no anda por la calle con un palo, un cuchillo o un arma de fuego. Pero (siempre hay un odioso pero) la inseguridad ha hecho que busquemos algún objeto con qué defendernos ante un posible robo. Y tal vez, ante hechos de inseguridad, la persona está en alerta, a la defensiva, con una agresividad a punto de estallar...por cualquier causa, por más pequeña o insignificante que sea.

La gran pregunta que todos deberíamos hacernos es "¿cuántas más?" y no reducirlo sólo a un aspecto de la violencia, sino llevarlo a todos. Cuántas más mujeres muertas que pudieron sobrevivir si la justicia hubiera actuado a tiempo. Cuántas muertes más deberemos soportar hasta que algún funcionario se ponga los pantalones largos y decida terminar con la inseguridad. Cuántas/cuántos chicos expuestos en las calles a las drogas, a los delincuentes, pidiendo limosnas o haciendo malabares (y quien diga que no están...que vaya a Sierra de los Padres cualquier domingo y después me diga si hay o no chicos en la calle). ¿Cuánto más deberemos esperar hasta que se busque la forma para educar en la no violencia hacia toda persona, sin importar su género, su raza, su religión, sus costumbres?

¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para que el respeto, por parte de funcionarios y políticos, comience a ser moneda corriente, y no el bastardeo pueril que muestran hoy diciendo "que hagan uno más grande y le pongan el nombre que quieran"...cuando se trata de dineros públicos?



Mi gran pregunta fue qué sucedería luego de la marcha #NiUnaMenos, considerando que la ley que se reclama está escrita desde el año 2009. Y simplemente, hasta ahora, la respuesta fue #CuántasMás? debemos esperar que mueran para que las cosas se hagan de verdad y no en un papel.

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