viernes, 15 de octubre de 2010

Una pequeña mujer fuerte

            Naciste mujer, y sufriste. Fuiste una más de los dieciseis hijos que tuvieron tus padres, allá en el Chaco. A los cinco años te pusieron a trabajar en el campo. Tus pequeñas manitas tenían que ordeñar una vaca a la que le tenías miedo, pero más miedo le tenías a Don Mateo, porque si no llevabas la leche te pegaba. También ayudabas en tu casa a limpiar, a cuidar a tus hermanitos más chicos. Y cuando creciste un poquito, te enviaron al campo a cosechar algodón, al rayo del sol de tu Roque Saenz Peña natal.

         Un buen día, a los once, te subieron a un tren con destino a Buenos Aires. Vos y tu hermanita se fueron solitas a la gran capital, sin saber qué les esperaba. Y te separaron de tu familia para que trabajes de empleada doméstica en una casa que no conocías. Eras una nena con responsabilidades de mujer. La vida te protegió, porque conociste gente buena, a tu mamá adoptiva, Lidia, una mujer que te quiso como si fueras su hija. Pero un día, vino tu padre y te llevó a otra casa en donde pagaban más, y te arrancó también de ahi...

        Fuiste creciendo, sacrificándote, soportando humillaciones.  Y la vida te presentó a un hombre, con el que decidiste formar una familia. Y repetiste la historia de tu madre y de muchas mujeres, a las que les enseñaron que una mujer debe soportar todo, callarse... Eran otros tiempos. Y casi te costó la vida....

      Pero, como dice un poema que leí una vez, a veces la vida se enamora de uno y pudiste salir del maltrato y la humillación. Te tuviste que hacer fuerte y encarar la vida sola, con dos hijos. Te pusiste  la vida al hombro y te enfrentaste al mundo sola, porque aquél con el que pensaste compartir tus sueños, se olvido de todo y voló hacia otro nido, ignorando incluso a su propia semilla. Entonces te convertiste en padre y madre, luchaste sin tregua para tener tu casa, tu hogar, ese lugar con el que siempre habías soñado...

       Hoy, a tus 68 años, la seguis peleando. Con tus enfermedades, con tus problemas, pero de pie, firme, fuerte, como un roble, resistiendo. Y ahora que puedo tenerte, quiero decirte que nunca voy a terminar de agradecerte todo lo que hiciste, todo tus sacrificios. Que desearía poder darte todo, y que a veces siento que jamás voy a poder recompensarte... Por eso te digo que te quiero cada vez que puedo. Por eso te doy un beso cada vez que te tengo cerca. Por eso te abrazo siempre. Porque no sé de qué otra forma devolverte tanto amor!
      
      Gracias, mamá, por haberme enseñado tanto! Gracias por haber sido tan sabia en momentos tan difíciles! Gracias, por haber estado ahí, cuando más te necesité! Gracias porque seguís demostrándome tu fuerza, tu energía y tu entereza! FELIZ DÍA, MAMÁ!!!!

2 comentarios:

  1. GUAU!! CRISTINA QUE DECIR, PERO ES UNA REALIDAD ESTO QUE REFLEJAS EN EL ESCRITO, ME GUSTO MUCHO TU HOMENAJE HACIA ELLA, TU MADRE, LA HISTORIA DE MI MADRE ES SIMILAR, PERO POR COSAS DE LA VIDA, ELLA CUIDO AL HOMBRE QUE FUE MI PADRE, Y AL QUE LE HIZO MUCHO DAÑO PSICOLOGICO HASTA SU ULTIMO DIA, HOY NO LA TENGO, FUE UNA GRAN MADRE, LA EXTRAÑO MUCHO, GRACIAS!!!!!

    ResponderEliminar