jueves, 7 de julio de 2011

Educación, un pecado capital

            Vivimos en un mundo en donde ser educado está pasado de moda. En donde pedir permiso, por favor, disculpas, es anacrónico. Respetar al de al lado es cosa de otro planeta y ya nadie piensa si molesta o no al vecino con la música a alto volumen o con cualquier ruido molesto.
           Algunos todavía recordamos cuando nuestros padres nos imponían una penitencia por alguna travesura en donde provocábamos un daño (por supuesto que sin querer) pero debíamos solicitar disculpas o ver la forma de retribuir el daño ocasionado. No rompíamos lugares ajenos, ni objetos de uso público. De una forma u otra, se nos hacía comprender que eso que teníamos, ya sea ropa, juguetes o útiles escolares, teníamos que cuidarlos ya que costaba mucho recuperarlos. Las cosas tenían un valor, y ese valor era algo más que económico.

          Hoy en día, cuando uno viaja en colectivo, pocos son los señores que ceden el asiento a mujeres mayores o embarazadas... Son las mismas pasajeras que deben, a grito pelado, solicitar que alguien tenga ese gesto. Los jóvenes se tumban en el vidrio, con la capucha que les tapa la cara y los auriculares que les tapan los oídos, y no ven ni oyen, ni entienden ese simple gesto de gentileza con una persona adulta o una futura madre.

           Otros ponen sus mp3 sin ningun accesorio y obligan al resto del pasaje a soportar el ritmo de la cumbia villera y sus letras subidas de tono...Los estudiantes se quedan con sus mochilas puestas, impidiendo que los demás pasajeros circulen por el ya de por sí angosto pasillo. ¿Tanto les cuesta quitárselas, colocarlas en el piso, y tomarlas cuando llegan a destino?

          Algunos vecinos parecería que son los únicos que viven en la cuadra, sin respetar el horario de descanso de los demás. Tiran cosas, abandonan mascotas, ensucian la calle, como si por arte de magia los residuos se juntasen y colocasen en las bolsas correspondientes solitos y sin ayuda de una persona. Y si se les dice algo, dan vuelta la cara y a uno lo tratan como si estuviera loco. Si los hijos rompen un vidrio de una casa, no les dicen nada, no los educan. Tienen a sus mascotas fuera de la casa, con el riesgo de mordeduras y otras molestias, y cuando se les dice algo, hacen oídos sordos.

          En las escuelas, muchos chicos desafían a sus maestros, los agreden y parecería que la bravuconada fuera sólo un chiste liviano. Y los mismos padres atacan a los docentes cuando sus hijos reciben malas calificaciones. Puede sonar antiguo, pero en otro tiempo un docente era respetado y si el alumno tenía una mala nota, era porque no había estudiado y los padres o le imponían alguna forma de "castigo" (no salir el fin de semana, por ejemplo) y lo enviaban a clases particulares para que aprendiera y levantara el puntaje. Hoy en día, el argumento de "el profe me tiene bronca" es admitido como cierto. Tampoco era normal que un estudiante fuera a la escuela con un arma, blanca o de fuego, ni que entre las mismas chicas se lastimasen en forma brutal, como hemos visto en varias oportunidades.

           Hoy en día la indiferencia está de moda. La brutalidad y las cosas por la fuerza son moneda corriente. Los jóvenes sólo se divierten si beben mucho alcohol, en previas que en muchas ocasiones, son organizadas en sus mismas casas, con la presencia de los padres. Ser educado o respetar a los demás, partiendo del respeto a uno mismo, parecería ser algo obsoleto, fuera de moda. Tener educación y buenas maneras en nuestros días, es un pecado capital?

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