viernes, 18 de noviembre de 2011

¿Cuántos más?

    Candela, Tomás, Luis, Sofía, Erica, Agostina, Pedro, María, José....ya no sé cuantos nombres de cuantos chicos y no tan chicos han desaparecido. Fotos que en las redes sociales se difunden para colaborar con la aparición de ellos, pero o no aparecen o cuando sucede...ya es tarde.

      ¿Cuán enferma está la sociedad que se toma venganza con un chico? Esto no es nuevo. Quien tenga memoria recordará el caso Bualo. Una pareja separada, la madre que había solicitado visitas supervisadas por psicologas o asistentes sociales, ya que había presentado denuncias por amenazas, como ella no quería volver con él, el dijo que le iba a pegar donde más le dolía (una frase muy repetida ayer, cuando encontraron el cuerpito de Tomás). Un domingo, cuando Bualo se llevó a sus hijos para pasar el fin de semana, los degolló. Chiquitos de cuatro o cinco años. Dijo la verdad, la mujer recibió el peor dolor del mundo, y este tipo era el verdadero padre de los nenes...y ella no salía con otro señor.

     ¿Cuántos chicos han desparecido en democracia? ¿Cuántos han muerto, han sido violados, son abusados? La violencia está comenzando a formar parte de nuestra vida y de a poco parece que nos va insensibilizando. Vemos casos de chicos que llevan armas a la escuela, nenas de 11 años que son amenazadas por sus compañeritas de aula, chicos que son golpeados hasta desmayarlos por tener unos kilos de más...Una parte de mi mente me dice que estas cosas pasaron siempre, y que seguiran pasando, sólo que ahora con la tecnología los pibes suben sus hazañas filmadas a Youtube y estas toman otra trascendencia. Me remito a historias familiares y recuerdo que hace treinta años, cuando mi hermano tenía unos 17 años, y siendo un chico algo tímido, un grupo de compañeros de trabajo lo golpearon y lo amenazaron con que si decía algo, lo rociarían con combustible, lo arrojarían a una zanja y le prenderían fuego. Gracias a dios tuvo el miedo suficiente para hablar con mi madre y ella los ovarios necesarios para hablar con el dueño de la fábrica de piso parquet en la que él hacía su trabajo.

     Si, es cierto, enfermos hubo siempre, enfermos de poder, de sentir que tienen la vida de otros en sus manos. Enfermos de soberbia. Simplemente ENFERMOS. O animales, aunque ni los animales hacen esto con los de su propia especie.

      Creo en el ser humano como un ser con la capacidad de superarse, de poder convivir con los demás, de comprender la totalidad de sus actos y hacerse responsables de ellos. Pero cuando suceden estas cosas, creo que retrocedemos varios siglos. La justicia deberá comenzar a replantearse muchas cosas, entre ellas que cuando una mujer denuncia que recibe amenazas no lo hace por exageración, lo hace porque tiene miedo. Y las personas también deben replantearse que no deben callarse la boca ante la violencia o el miedo que les puede provocar una pareja o marido.

     En memoria de tantos niños, adolescentes, hombres y mujeres que aún no tienen una respuesta de la justicia, a sus familias, que aún los esperan con la fe de volverlos a ver con vida.

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