domingo, 6 de noviembre de 2011

Rutas argentinas

          Nuevamente la tragedia enluta a la Argentina. Otra vez, sumada a tantas otras, las rutas argentinas fueron el marco en donde la muerte se llevó la vida de muchos inocentes, la mayoría niños, debido a la imprudencia, la falta de controles, o lo que fuera que haya provocado tantos accidentes.

          Veintidós personas murieron esta semana. Chicos y docentes que iban a realizar trabajos de caridad, retiros espirituales, actividades que le ponen una cuota sobrecogedora. Ángeles que regresaron al cielo, diría una niña que conozco.

         Ninguna acusación, ningún juicio, le devolverá a las familias al ser querido que perdieron. Sin embargo, parecería que los conductores de vehículos no aprenden, o no les importa que transportan vidas humanas. Que, como dice la calcomanía de algún auto viejo, lo importante es llegar al destino, no cuánto se demora.

         No se respetan señales que prohiben el paso. Se superan las velocidades máximas permitidas, (total, quién nos controla en las rutas!). Aquí mismo, en alguna que otra oportunidad, se ha suspendido la salida de los micros que llevan a los chicos a su viaje de egresados, ya que no cumple con alguna de las normas exigidas (descanso de los choferes, ruedas gastadas, niveles de alcoholemia positivos). En algunos casos, esa falta corresponde a las empresas que exigen a sus empleados un ritmo que es dificil de seguir...En otros, son los mismos conductores que no responden a las reglas (beber alcohol es su exclusiva responsabilidad y nadie los obliga a hacerlo). Recuerdo que, hace un tiempo, cuando se implementó el sistema de control de alcoholemia, un chofer de camión protestaba por no poder tomar vino en el almuerzo (un profesional del volante debe tener 0 grados de alcohol). ¿Tan grave era no beber su vaso de vino antes de conducir? ¿No podía hacerlo luego, cuando cenaba, o cuando tuviera su día libre?

           Recordemos que al tránsito lo hacemos todos, aquí en la ciudad, que está impregnada de semáforos, todos los días observamos infracciones que no son castigadas porque no hay un agente de trásito cerca. Pero los que caminamos la ciudad, sí las vemos y muchas veces las padecemos. Y si en un lugar en donde un conductor está expuesto a las multas infringen la ley, ¿cómo no hacerlo en plena ruta, donde nadie los vé, donde no existen testigos de la infracción?

            Esos cuerpos testifican la infracción, la imprudencia y la falta de respeto por la vida, tanto de los demás, como de uno mismo, porque en muchos accidentes, el chofer es también una víctima de la imprudencia. Tengamos consciencia de que un vehículo es inofensivo en sí mismo, pero con un conductor imprudente al volante, puede convertirse en un arma mortal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario