jueves, 1 de diciembre de 2011

Pará que paro!

Hubo un tiempo en que los argentinos teníamos uno de los niveles educativos  y culturales más altos de América Latina, por lo menos. Cuna de grandes artistas, escritores, músicos, científicos. Personas que se dedicaron a estudiar (si, una época en la que no había tele, ni compu, ni redes sociales, ya lo sé).

Hace algunos años, cuando realicé mi bachillerato para adultos, una profesora de ciencias dijo que el nivel intelectual del argentino promedio era altísimo, aunque estaba desperdiciándose, y como prueba resultó que uno de los pibes que iba a ocupar una silla durante todas las clases y mucho no estudiaba, en esa clase explicó y comprendió muy bien el tema tratado.

Nuestros chicos tienen un ciclo escolar de 9 meses. Durante esos nueve meses se descuentan 52 días que son sábados y domingos, y se restan los 14 que duran las vacaciones. Nos quedan 66 días (es decir, dos meses menos). A esta cifra debemos restarle los feriados, a los que ahora se le suman los días puentes. Vamos a decir que en total descontamos unos quince días. También debemos considerar los días de desinfecciones, las ausencias de los docentes por enfermedad (sin suplentes), los días que las escuelas no dictan clases por perfeccionamientos, por rotura de baños, por inundación. Sacando una cuenta grosera, nos quedan de los 9 meses iniciales, 6 meses con cuatro semanas de cinco días cada uno.

A estos seis meses debemos reducirlos a tres, ya que los chicos asisten a la escuela en turnos de cuatro horas reloj, pero la hora cátedra se reduce a 45 minutos...de los cuales tampoco se aprovecha su totalidad, ya que entre el toque del timbre, el ingreso al salón de clases y el comienzo de las mismas supone una pérdida de tiempo valioso, más si el curso en cuestión es revoltoso y al docente se le complica mantenerlos tranquilos. De modo que nuestro chicos, y sacando la cuenta de un modo grosero, si hiciéramos una compresión del tiempo en el que permanecen en la escuela, sólo tienen TRES MESES DE CLASES durante el año. Tiempo real, comprimido, en donde, evidentemente, no pueden aprender mucho.

Evidentemente aquélla profesora de biología tenía razón, ya que en ese escaso y apretado tiempo, los chicos algo sacan en claro. Y si a todo ese tiempo le restamos los días de paro? Se comprende el reclamo salarial que hacen los maestros, pero tengamos en cuenta que los chicos no son heladeras ni muebles, son personas, y realizando una huelga de dictado de clases no perjudican al dueño de una fábrica, perjudican al futuro del país.

Estos chicos que cuando uno les pregunta si saben por qué es un feriado no tienen la menor idea, son los que el día de mañana tendrán a cargo nuestra salud, la defensa de nuestras leyes, la educación de nuestros nietos y, sobre todo, serán los que busquen sentarse en el famoso sillón de Rivadavía, para gobernarnos....

Sé que suena exagerado, pero cuando la base es pobre, la comprensión de otros niveles de educación se hace difícil y confieso que no me gustaría que a mi hijo le enseñe un docente recibido "a puro cuatro", como escuché una vez en los pasillos de la universidad!!

Exijamos calidad en la educación, y brindémosla también, porque es lo único que nos marcará la diferencia a futuro. Habría que buscar otra forma de reclamarle a las autoridades un aumento en los salarios, ya que no los perjudicamos a ellos, sino a los más chicos, que son víctimas inocentes de esa lucha que, por lo visto, no tiene fin.

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