martes, 17 de enero de 2012

El granito de arena, parte 2

Hace algunos días publiqué en este mismo espacio una nota en la que me preguntaba qué hacíamos cada uno de nosotros para conservar y mantener a la ciudad más limpia y cuidada. Todo esto a raíz de algunas observaciones hechas por mí, y por una foto publicada en una página de noticias, en donde se mostraba la basura abandonada por los asistentes a un recital en una playa.

Mi planteo es el de muchos, mi ciudad es mi casa y yo en mi casa no ensucio. Los papeles los dejo en un cesto, la basura la coloco en su lugar. Sin embargo muchos son los que tiran toda clase de envoltorios y envases en cualquier lado, y luego lloran desconsolados, culpando al estado, cuando los días de lluvia, las bocas de tormenta no escurren el agua, porque están llenas de basura.

Lamentablemente no todo el mundo opina lo mismo. Esta semana, el nieto de una amiga vio cuando un grupo de turistas rompía bolsas de residuos y los desparramaba en la calle. Indignado, el chico les dijo que no ensuciaran la ciudad, que era su casa, y que a ellos, muy probablemente, no les gustaría que él fuese de visita a su lugar de origen y arrojara basura en las calles. El resultado fue que lo agredieron y uno de ellos, bastante corpulento, de un puñetazo le ocasionó una fractura del maxilar inferior.

Mientras nadie controla nada, los turistas deben estar regresando a su hogar pensando que su hombría quedó demostrada, mientras el nieto de mi amiga espera que le den el resultado de unos estudios para saber si lo tienen que operar o no, perdiendo días laborales, ya que el chico trabaja para pagarse los estudios, y su familia debe hacerse cargo de los costos del tratamiento, y de una alimentación especial, ya que debe consumir todo licuado para no empeorar su situación.

¿Esta es la clase de turistas que queremos? ¿Personas que, además de estropear la ciudad, lastiman a quienes la habitan todo el año?

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