lunes, 30 de abril de 2012

La tercera...¿es la vencida?

Afortunadamente un asesino fue recapturado luego de fugarse por tercera vez. Un delincuente que cuenta con apenas 18 años, sin embargo ya posee un frondoso prontuario y total falta de respeto por la vida.

Esperemos que esta nueva oportunidad que se le da al sistema judicial sea el puntapié inicial para que comiencen a darse cuenta de que los "derechos humanos" deben aplicarse primordialmente a quienes cumplimos con nuestros deberes y obligaciones. Quienes respetamos la vida, trabajamos, estudiamos y nos esforzamos por ser cada día mejores MERECEMOS CAMINAR LIBREMENTE POR LA CALLE, sin temer que quien viene por la misma vereda saque de sus bolsillos un arma y nos robe no sólo las pocas cosas materiales que poseemos y que nos cuesta mucho ganar, si no que además nos quite la vida.

A quienes nos enseñaron que debemos ganarnos el sustento diario TENEMOS DERECHO A SALIR A CUALQUIER HORA y no estar encerrados en nuestros hogares, enrejados, con alarmas, temerosos de que en cualquier momento, cuando ingresamos, nos ataque uno o mas individuos, que con total impunidad, nos golpean, nos roban, nos lastiman, y nos quitan mucho más que un celular o algunos pesos.

Esos personajes, amparados en los principios de la declaración de los derechos del niño, de los derechos humanos y de todos los pactos internacionales habidos y por haber, se los saben de memoria (los conocen mejor que muchos abogados) y se abusan de ese conocimiento para burlarse permanentemente de la ley y de los ciudadanos honestos, que nos vemos perjudicados permanentemente por estos delincuentes.

Zonas permanentemente asediadas por menores que saben que entran y salen, que se golpean asi mismos para culpar a quienes deben custodiarlos hasta que llegue un mayor responsable (¿?) a retirarlos de las comisarías. Estos chicos, víctimas de un sistema cruel que no los contiene, no los ayuda, no los educa ni los asiste, continúan en su camino delictivo porque saben perfectamente que no les pueden hacer nada. Potenciados por sus familias, entran en el camino de las drogas, de la "plata fácil", de vivir al límite, porque seguramente para ellos, esa adrenalina que sienten al delinquir, al no saber qué ocurrira, debe resultarles adictiva...Se deben sentir los protagonistas de una aventura (no nos olvidemos que en muchos casos son chicos muy chiquitos) y llegan a no tener valor ni por la propia vida. Aprenden que viven sólo por hoy, que mañana es una palabra que no saben si llegarán a conocer, porque saben que en algún lugar, en alguna otra banda contraria, hay una bala (o un cuchillo) que lleva su nombre.

Avivarse y ser el primero en robar algo es su premisa... El resto les importa poco, si matan, seguramente pensaran que algún día todos moriremos, incluso ellos mismos.  Sin  darse cuenta, se autodiscriminan por su forma de hablar, de vivir, de vestir. Se enojan cuando uno los mira con temor (zapatillas caras, gorras blancas, capuchas, manos en los bolsillos). Pero son pocos los que buscan un cambio para salir adelante de otra forma...Se acostumbra a que eso es lo que hay, y les alcanza.

Pero a quienes nos educaron para trabajar y ganarnos el pan, no nos sirve este sistema. No nos sirve que se proteja a quienes ELIGEN delinquir y poner en riesgo la vida de cualquiera. Nos nos sirve una justicia que a estos "nenes" les den una palmadita en la espalda para que a las pocas horas de haber cometido un delito, ya estén realizando otro. No nos sirve que los devuelvan a sus hogares, en donde seguramente son impulsados a robar para vivir. No nos sirve que pibes dispuestos a todo, porque no tienen ni consciencia ni noción de lo que hacen, sean trasladados por personal civil sin ninguna capacitación en el trato de criminales.

Nos sirve una sistema que acomode a quienes delinquen en su lugar, en la cárcel. A quienes matan (con un arma, con un auto, con lo que sea) les den una condena acorde y de cumplimiento efectivo. Sin morigeraciones, sin condenas "en suspenso", sin premios a quienes no lo merecen.

Es mi humilde opinión que la Justicia deberá, a partir de este momento, sentarse a reflexionar qué clase de sistema van a brindarle al pueblo que no posee custodia personal para salir a ninguna parte. Que quienes nos representan exijan, más allá de la independencia que el poder judicial posee, que las leyes sea claras, y que no haya términos medios en la interpretación de la ley. Para que está, la tercera vez, sea la última que se fuga un asesino. Para que la tercera sea, de verdad, la vencida.

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