jueves, 19 de julio de 2012

Rehenes

Un paro sorpresivo encuentra a muchas personas varadas en plena estación de Retiro, justo en medio de las vacaciones de invierno. Familias con chicos de corta edad, personas que por salud, trabajo o la razón que fuere debe viajar y elige trasladarse en un colectivo para ello.

La disputa entre los gobiernos nacional y provincial toma de rehenes a los trabajadores que vivieron la zozobra de cobrar su medio aguinaldo dividido en cuatro cómodas cuotas, sin interés. Luego, ante la presión, se determinó el pago en dos cuotas. Pero a su vez, quienes deben asistir a hospitales, o colegios dependientes de la provincia, vieron reducidos sus derechos constitucionales a educación y salud pública, convirtiéndose, a su vez, en los rehenes del tira-afloja entre trabajadores y gobierno provincial.

Y cuando la interminable delincuencia comete algún hecho atroz, quienes utilizamos el transporte público de pasajeros, terminamos siendo los rehenes del lógico reclamo de seguridad que realizan los trabajadores ante las autoridades (¿in?) compententes, ya que cortan los servicios, o realizan cortes de calles, teniendo ahí de rehenes a quienes circulan, ya no tan libremente, por la vía pública.

En los hospitales y colegios, ante los reclamos por un justo pago por la tarea realizada, nos convertimos en rehenes al acudir y no recibir la atención programada. Cirugías suspendidas, por los paros o por la falta de insumos, instalaciones que piden a los gritos mantenimiento y que nunca alcanza con los parches que algún maestranza logra realizar. Rehenes de una educación que en vez de enseñar, da de comer, y soporta a los pibes que agreden física y verbalmente a quienes ocupan el cargo de maestros. Pibes que, a su vez, son rehenes de una cultura cada vez más irresponsable y menos cultivada en valores y en respeto al otro.

Jubilados que, luego de trabajar durante años, se convierten en rehenes de un sistema más que perverso, sin otorgarles el justo pago por los años de aportes, con el destrato y las idas y vueltas para atenderse en un servicio médico, meses esperando una prótesis, o la autorización para una simple cirugía de cataratas.

Ante un conflicto del sector pesquero de la ciudad, un importante grupo de vecinos se convirtieron en los rehenes de quienes tomaron la decisión de cortar la Autovía 2 e impedirles el ingreso a sus propias viviendas, y debieron caminar más de dos kilómetros, recorrer 20 en auto, o tranzar con una botella de cerveza o cigarrillos para poder ir a sus casas.

Y ante otro conflicto laboral, los vecinos de un barrio de la ciudad se convierten en rehenes de quienes queman gomas en forma abundante, provocando no sólo la contaminación ambiental, sino tambien, el incesante olor que penetra en las viviendas y puede ocasionar problemas respiratorios (la intoxicación por inhalacion de gases tóxicos la sufren ellos mismos, rehenes de un sistema laboral perverso, ya que son empleados no registrados, sin los beneficios que merecen).


Vivimos rehenes en nuestro propio hogar, rodeados de rejas, alarmas, sensores, porque salir a la calle implica correr el riesgo de ser víctimas de la delincuencia que nadie se encarga de controlar ni prevenir. Y delincuentes que son rehenes de políticas de estado incomprensibles, ya que en lugar de fomentar e incentivar la educación y la contención, suspende el envio de partidas presupuestaria a comedores que realizan loables tareas comunitarias y preventivas.

Y poco a poco vamos descubriendo que la única forma de hacernos oír, de hacernos ver, y de hasta hacernos entender por las autoridades, es tomar rehenes. Y vamos siendo al mismo tiempo, víctimas y victimarios de un sistema perverso, en el que cada vez más, nos sentimos en el lado opuesto al que reclama. Y es comprensible, porque cada uno quiere e intenta reivindicar los derechos que les corresponde.


¿Aprenderemos alguna vez a vivir sin ser o tomar de rehén al otro? ¿Nuestros políticos comprenderán algún día que la única forma de que nuestro país salga adelante es que comiencen a trabajar en las bases de la sociedad, construir una base fuerte, sana y educada? ¿Descubrirán que pelearse por quién tiene más poder, quién convoca más gente en una plaza, quién le tapa la transmisión en vivo a quién, no conduce más que a una sociedad basada en rencores y disputas? ¿Sabrán, después de estar tanto tiempo los mismos en casi los mismos puestos, que no tienen a quién culpar por lo que está sucediendo, más que a ellos mismos? Libérennos, señores políticos, no queremos ser más rehenes de nadie. Queremos ser libres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario