miércoles, 18 de junio de 2014

Crisis y violencia








Un carnicero asesina a un cliente tras una discusión sobre si había pagado o no unas milanesas.

Un anciano se presenta en la comisaría porque había intentado matar de un disparo a su hija con la que no tenía buena relación.

Un deportista se fuga tras asesinar a su ex pareja.

Una mujer golpea salvajemente a un niño de 5 o 6 años que había ingresado al local en donde trabaja, amenazandola con un trozo de vidrio.

Un hombre entra a una municipalidad y degüella a una periodista.

La violencia está instalada en nuestra sociedad y parece que no tiene pintas de irse. O de que las personas busquemos formas racionales de convivir con los otros. La impunidad está instalada y, como una olla a presión, genera más violencia en los ciudadanos. Nos convertimos en bestias, brutales y capaces de cometer un delito peor del que sufrimos, porque vemos que las instituciones y funcionarios que tienen que protegernos y equilibrarnos, no lo hacen, por incapacidad, por indiferencia, por lo que sea.

Cada día nos sorprendemos con capturas de delincuentes que cuentan con frondosos prontuarios, con condenas en proceso, con libertades anticipadas que no cumplen la función resocializadora que tanto pregonan los "garantistas". ¿Por qué no convocan a empresas para que esos convictos tengan una posibilidad real de trabajar y ser ciudadanos honrados? ¿Cuando les dan "salidas laborales" sin un puesto seguro, piensan que van a comprar un diario y entregar curriculums?

Cuando vemos a los chicos en las avenidas, haciendo malabares, pidiendo una moneda, ¿por qué no va un funcionario de minoridad y corrobora las condiciones de vida de ese chico, dónde están sus padres, por qué no está en la escuela? Hace mucho tiempo que en las proximidades de la municipalidad hay un grupo de chicos que se drogan a plena luz del día y nadie los toca, ¿se respetan los derechos del niño, a la salud, a la educación, a la protección, dejándolos como animalitos en la calle?

La violencia nos circula en cada esquina. El debate se va apagando, para agredir verbalmente al otro, sin razonar, sin argumentar, sin escuchar. Mientras tanto, la gente muere, por un kilo de milanesas, por una canilla que no se cerró, por la explosión de impotencia que nos genera el ser víctimas de la indiferencia a todo nivel.

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