martes, 24 de junio de 2014

La papa que quema.







(Imagen tomada de la web)

Un chico ingresa a un local para robar y amenaza a una empleada poniéndole una botella cortada en el cuello. La joven le dice que está embarazada, esperando que el chico deje de amenazarla tan de cerca, buscando tocarle alguna fibra sensible. El chico apoya el trozo de vidrio roto sobre el vientre de la joven. En algún momento de descuido, la empleada logra comenzar a defenderse y golpea al chico. Lo saca a la vereda y sigue golpeándolo, expulsando de sí, tal vez, la rabia acumulada de vaya a saber cuántos hechos de inseguridad vividos. Algunos comerciantes vecinos la alientan. Una mujer que toma café en un lugar cercano, observa la escena y trata de evitar la paliza. El chico es pequeño, usa ropa grande, en un momento ve la oportunidad y se escapa del lugar.

Según la mujer testigo del hecho, el chico tiene unos 5 o 6 años. Quienes lo conocen y averiguaron, entre 10 y 13. El chico forma parte de una bandita que VIVE en la calle y hace bastante tiempo trastorna la vida de vecinos, comerciantes y transeuntes de la zona de la diagonal Pueyrredon de Mar del Plata. Piden, roban comercios, asaltan a los paseantes. Aspiran pegamento. Están a pocas cuadras del edificio comunal, casi podría decirse a metros del despacho del intendente y de muchos otros funcionarios que, hasta hace unos días cuando ocurrió este hecho, "no los veían".

El chico en cuestión, como otros de los que forman parte de la bandita, son MENORES. Menores que, según la Convención de los Derechos del Niño que tiene calidad constitucional, deberían estar protegidos por el Estado, ya que los padres (vaya una a saber la razón) no pueden hacerse cargo. Un Estado que tendría que haber garantizado que esos chicos no estuvieran en la calle, pasando frío, hambre y sin asisitir a ningún centro educativo o sanitario. ¿Por qué esos chicos estaban hace tanto tiempo en la calle sin que nadie los viera, y por qué solamente se culpa y denuncia a la empleada que lo golpeó?

La empleada es lo que llamamos "el ultimo orejón del tarro", por donde el hilo se corta por lo más delgado. El comercio, ante el enojo de muchísimas personas que hablaban de hacerle un escrache, decidió despedir a la chica, que no sólo defendía su vida, sino los intereses del propietario del negocio. La joven, embarazada, quedó sin empleo y con la amenaza de ser denunciada por funcionarios de derechos humanos, derechos del niño, de organizaciones dedicadas a la niñez y demás...que hasta ese día nunca se interesaron por SACAR a esos chicos de la calle y EVITAR o PREVENIR que sucediera cualquier cosa. Estos nenes podrían haber sido víctimas, no solo de una golpiza como ocurrió, sino que podrían haber sido atropellados por cualquier conductor, o simplemente morir por efecto del frío en esta época invernal.


¿Por qué el/los chicos seguían en la calle? Según una amiga que buscó al chico y se informó, el chico está judicializado y se habría fugado de un hogar o instituto. ¿Nadie lo buscó? ¿El juez que llevaba su caso, no hizo un llamado a las fuerzas policiales o a las entidades que se dedican a publicar fotos de menores desaparecidos, para que estuvieran pendientes y en caso de verlo, retornarlo al lugar de donde se fugó? Y, por muchos comentarios que me hacen sobre las condiciones de los institutos en donde llevan menores con problemas familiares, de delincuencia o adicciones, ¿por qué razón se fugó? ¿No se sentía cómodo? ¿Lo maltrataron?

En la ciudad hay una persona que ocupa el cargo de "director de niñez" de la municipalidad y cobra un sueldo. ¿No vio nunca a este chico y a los otros, o a los que están en las avenidas y rutas de acceso a la ciudad, pidiendo monedas, haciendo malabares, corriendo riesgos? Yo, y  muchos ciudadanos que vamos a dar una vuelta, los vemos siempre. Son siempre los mismos. Y al enviar una fotografía de uno de ellos al "director de derechos humanos de la ciudad" sólo me respondio que "había remitido la imagen al director de la niñez"...esperando que yo no avalara la paliza. No avalé la paliza, como tampoco avalo el despido de la empleada, ni la inseguridad en la que vivimos. No avalo la inoperancia de quienes cobran sueldos pagados por TODOS los ciudadanos y sólo se juntan en el Concejo Deliberante a declamar lo mal que está pegarle a un chico, pero sin salir de sus cómodos sillones a HACER ALGO para que dejen de estar en la calle.

El director de los derechos humanos, que cobra un sueldo al cual contribuyo como ciudadana, y al no tener una respuesta a mis reclamos en todos los órdenes, no me trató muy bien. No me quedé con las ganas de decirle lo que tenía, porque para mí, es un inútil. Ninguno de los ciudadanos tenemos la culpa de que estos  chicos esten en la calle. Nosotros no tenemos el poder de sacarlos de ahí, llevarlos a nuestras casas y darles abrigo y protección. Esa posibilidad la tienen ELLOS, los funcionarios. Porque tienen la forma de llegar a un juez y pedirles que haga algo, que evidentemente NO HACEN.

Para evitar que vuelva a ocurrir este hecho tan triste y lamentable, lo primero que deberían hacer los que cobran un sueldo en la función pública es HACER algo. Es que un juez cumpla con su función y si el chico tiene que estar en un hogar o instituto, que esté allí. Y asegurarse de que en ese lugar haya personal capacitado, que trate a los chicos como corresponde y les dé la asistencia que merecen y necesitan. Que puedan salir de sus adicciones, que puedan estudira y tener LAS MISMAS POSIBILIDADES que otros nenes...pero de verdad.

La "década ganada" en este tema, está perdiendo por goleada. Pero sus funcionarios cobran sus sueldos, están calentitos en sus oficinas y no miran a los chicos que se drogan en las ventanas de sus oficinas.

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