lunes, 9 de mayo de 2016

Odisea hospitalaria




Más allá de que el nuevo gobierno provincial necesita algún tiempo para corregir muchas cosas, y que encontró una situación peor de la que esperaba a nivel económico, no está mal comenzar a mostrar lo que está mal y ver la forma de corregirlo.

Si bien el edificio del HIGA Dr. Oscar Alende es antiguo, debería considerarse analizar alguna reforma, ya que la accesibilidad para quienes sufren una discapacidad, tienen algún problema de movilidad o son adultos mayores, representa una odisea.

Acceso al hospital; posee una enorme escalera con un solo pasamanos, a este lugar concurren muchísimas personas para dirigirse a los consultorios, para pedir turnos, o a las distintas áreas del nosocomio. Por ejemplo, hoy una mujer tuvo que subir por estas escalinatas con dos muletas, lo cual a ella se le hizo muy dificultoso. Debido a los problemas que hubo en el ex Emsha y otras clínicas, muchos jubilados se atienden eventualmente y sufren el problema de subir estos escalones, todos con sus bastones o trípodes. Sin mencionar a la enorme cantidad de fracturados que asisten al mismo. ¿Podria evaluarse la apertura de una "planta baja" a nivel tierra, y facilitar el acceso? Considerar la creacion de una rampa no sería de mucha ayuda, ya que la altura a la que se encuentra esa "planta baja" es muy elevada.

Paros: el cartelito no resulta nada simpático a quienes deben solicitar turnos, ya sea telefónicamente, en forma personal o pagando un "colero". Conseguir turno por teléfono es otra odisea, ya que dependiendo de la especialidad, cuando los operadores contestan, muchas veces ya no quedan, y se debe esperar unos diez o quince días hasta que se vuelvan a dar. Personalmente representa que la gente concurre a horas muy tempranas, incluso algunos hasta pasan la noche ahí, y quien no puede hacerlo, contrata al "colero" o "turnero", pagando ese servicio. Si no se reprograman los turnos, la persona/paciente es quien pierde, no solo el turno, su tiempo si se pasó la noche en la sala central, el rato marcando el 0800, o el dinero que pagó a quien se ofrece para conseguirlo. ¿Cuál es la opción? ¡¡Volver a pagar, volver a pasar la noche, y volver a llamar, con el riesgo de no conseguir el turno...y si lo consigue...correr el riesgo de que el mismo vuelva a coincidir con un paro (tuve la experiencia con mi madre hace tres años, en los que durante dos meses no obtuvo el turno para ser atendida)!! Como contrapartida, cabe destacar que el CEMA, que el viernes estuvo de paro, hoy reprogramó los turnos que se perdieron, y realmente con bastante celeridad (convengamos que se trata de un estudio para un cirugía y que fue catalogado de urgente!).

El bendito sistema: los pacientes no somos adivinos para saber cuándo se cae el sistema, y cuándo o a qué horas volverá a funcionar. ¿No sería un buen método, tener un cuaderno cerca, anotar a los pacientes que fueron hasta el nosocomio, y una vez reiniciado el dichoso sistema, anotarlos, llamando a quienes solicitaron turnos, para informarles fecha y hora? Es desconsiderado para quienes viven lejos, que deben gastar mucho dinero en micros, o por dificultades motrices toman un taxi o un remisse, mirarlos desde detrás de un vidrio y decirles que "no hay sistema" y que la opción es esperar o volver otro día.

A excepción de la escalera de ingreso, los últimos dos puntos no requieren de dinero para tener una mejor atención y servicio. Que alguien pierda un turno, sumado al dinero que le consume ir hasta el hospital, la perdida de tiempo, forma parte de una violencia institucional que estaría bien comenzar a erradicar con pequeños gestos de buena voluntad, no creen?

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