miércoles, 15 de junio de 2016

El evangelio según la década ganada.

Honestamente creo que, haciendo una mirada retrospectiva, Argentina supera cualquier realidad imaginada. Los últimos acontecimientos, escritos y llevados a un guión de cine, serían rechazados por cualquier productor considerándolo exagerado e irreal. Pero, desgraciadamente, todo lo que ha sucedido y nos vamos enterando, es absolutamente real...y grotesco.

Tenemos a casi todos los miembros de la literatura religiosa. Hay un Jesús, hay un Lázaro, existe José...todos detrás del proyecto de alguien llamado Cristina (busquen el significado religioso). Tenemos un convento, visitas al Vaticano, dinero enterrado. Milagros tales como que de repente un sótano se convierta en una bodega de vinos, y, día a día, más entretelones que en cualquier novela retorcida e intrincada que nuestra imaginación pueda crear.

Pero la realidad nos supera. Nos gana el asombro día a día, cuando descubrimos el robo al que fuimos sometidos, bajo la consigna de la distribución de la riqueza (ah, claro, nunca aclararon que era redistribuir entre ellos, la mesa chica del kirchnerinato, algo así como los 12 apóstoles?).

El evangelio de la década ganada nos impuso una religiosidad basada en el culto a Él, transformando fechas patrias en autoreferencias, como si antes de Néstor en 2003 no existiera nada más que el caos, y como si gracias a "Él" las aguas se hubieran dividido de la tierra y se hubiera hecho la luz. Los próceres históricos desaparecieron, impusieron otros de los que no teníamos ni idea, y cuyas actuaciones dejan algunas dudas, y reescribieron la historia a su imagen y semejanza.

Fueron tan corruptos que no tuvieron la menor duda de hacerlo a la vista de todos, repartiendo planes con carteras de lujo y relojes certificados. Permitieron las muertes en las rutas, mientras se hacían llevar los diarios a través de aviones oficiales, o se trasladaban en los mismos a fiestas de cumpleaños, o utilizaban para temas personas aviones sanitarios mientras dejaban morir a una criatura.

El evangelio de la década ganada fue hacerle creer a muchos que tenían derecho a llevarse por delante al otro, y que sin hacer el mínimo esfuerzo podrían tener las mismas cosas que quien se esforzaba trabajando. Niveló para abajo, igualando a quien estudiaba y a quien sólo concurría a un establecimiento escolar para que le firmen los cerficados con tal de mantener un subsidio.

En ese evangelio, durante 12 años, se le habló a los que menos tienen de una forma obscena, blanqueando el trabajo en negro bajo la forma del "subsidio", y sin ofrecerle ninguna herramienta a los empresarios para que esas personas lograran un trabajo formal, digno, con beneficios a futuro. Se mintió descaradamente, a cambio de votos.

Hoy sabemos muchas cosas. Y, quizás, nunca sepamos ni la mitad de todo lo que ocurrió durante esos años en que se transformó la historia en un intento de relato bíblico acomodado a las necesidades de los gobernantes. Lo que sí no podemos hacer es mirar para otro lado y justificar o negar los hechos.

Hospitales destruidos, rutas intransitables, escuelas sin terminar. Docentes y médicos haciendo lo que pueden, reclamando mejoras salariales, policías que transitan en vehículos que no pasarían una verificación técnica, falta de ambulancias, ante la pornográfica visión de millones de pesos, dólares, yuanes y demás, enterrados en un convento, escondidos en los paraísos fiscales, guardados en bóvedas u ocultos en Dios vaya a saber dónde. Sólo nos queda esperar que poco a poco nuestro país se normalice y las autoridades (actuales y futuras) comiencen a entender que el camino para ser una gran nación es otro, no el del robo y la corrupción.

"Roban, pero hacen"...nunca más.

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