jueves, 2 de marzo de 2017

Reflexión sobre el paro docente.



Reflexión:

Alguna vez estudié para un profesorado. Y, por razones que no vienen al caso, tuve que dejar de estudiar para cumplir con mi trabajo. No me arrepiento de esa decisión.

Sí creo que los docentes son rehenes de un conflicto que va más allá del aumento. Porque hace años que no se define cuál es su sueldo básico y, a partir de ahí, los premios, incentivos y extras que cobren por ruralidad o lo que sea.

El gremio reclama un aumento X, pero no escucho o leo que reclamen un básico que mejore, no sólo la situación de los que ejercen, sino tambien la de los que se han jubilado y no perciben ningún beneficio extra. Ahí está el punto crucial del tema.

Como dijo un amigo en su perfil de Facebook hace unos días, tras el paro (que en realidad son tres días, no dos, ya que adhieren al paro de mujeres del 8 de marzo), dentro de pocos días tendremos escuelas sin clases por problemas de infraestructura: vidrios rotos, problemas de calefacción, robos, sumados a los días de desinfección y perfeccionamientos. Días de clases perdidos que nunca se recuperan.

Algunos, de los que leo, protestan por el actual gobierno y es comprensible que reclamen a quien no votaron. Pero si la memoria no les falla, quienes gobernaron durante los últimos 12 años no jerarquizaron la función docente, no solucionaron los problemas de infraestructura, no hicieron nada en pos de tener una seguridad para evitar asaltos. Porque, en esos 12 años, señores, hubo de todo. Paros, suspensiones de clases por asaltos y ausencias de todo tipo.

Igual que las lamentables cifras que se otorgaban a los diferentes comedores escolares, para que los chicos comieran la misma única comida que comen hoy. Nunca hubo magia. Porque, de haberla habido, los docentes no habrían tenido que hacer paro durante estos últimos doce años, ya que su sueldo se habría equiparado a la importancia del rol que ocupan. Porque ningún colegio habría tenido problemas edilicios. Y, sobre todo, porque ningún chico habría tenido que ir a comer a un lugar en donde debería asistir a estudiar.
El paro docente propuesto por quienes no están frente a una clase no hace caso a la única voz que no tiene voz en toda esta historia, la de miles, de millones de chicos que vienen sufriendo la pérdida de la calidad educativa (que va más allá de los últimos doce años, eso todos lo tenemos más que claro, no) y que jamás, desde ningún espacio, ni ningun gremio, propuso compensar.

Jamás se dijo cuándo, cómo de qué forma, los chicos recuperarían ese tiempo y, así, llegaron a no cumplir los programas, a no entender contenidos, a no importarles saber si, total, el mismos sistema los aprobaba para que la escuela no dejara de recibir el subsidio o el lugar que ocupaba en la lista de beneficios económicos para realizar alguna obra de mantenimiento.

Aplazar era estigmatizar, abochornar al chico, someterlo a una especie de denigración porque nadie se ocupaba de verdad de que el chico supiera, comprendiera. ¿No es más estigmatizante que llegue a un nivel de educación superior sin los conocimientos correspondientes? ¿No es frustrante ingresar a un nivel y no entender nada de lo que se habla, porque los años anteriores no se cumplió el programa? ¿No se analiza como causal de deserción escolar que los chicos no sepan, porque nunca les llegaron a explicar, a enseñar bien, porque no dieron los tiempos?

Quizás algunos docentes se enojen, los respeto, pero creo que hay que ver más allá de un porcentaje de aumento y pedir un conjunto real de cosas que se dejaron estar durante los ultimos 20/25 años sin que nadie haga nada.

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