domingo, 10 de diciembre de 2017

Reflexión sobre la democracia.



Hoy hay varios temas que se conmemoran:  el regreso de la democracia y el día de los detechos humanos.

La democracia tan denostada, tan pedida, tan manoseada, la que hizo que el primer presidente tras el proceso tuviera que entregar el poder seis meses antes, la que seguía escribiendo en las paredes "que vuelvan las botas", la que hubo que cuidar tanto para no perderla. La que provocó diez años de un mismo presidente al que nadie había votado, que intentó reformar la ya reformada Constitución Nacional para obtener un tercer períodos,  la que tuvo que irse un 20 de diciembre por los techos,  dejando un país literalmente incendiado.

La misma del "que se vayan todos" pero votando a los mismos, la de los cinco presidentes en una semana, la del que tomó la papa que quemaba por tres meses y se quedó un año y medio, para llamar a elecciones tras dos muertes absurdas. La que no tuvo ballotage porque el candidato con más votos se bajó de la elección y quedó un desconocido con apenas el 22% de los votos.

La del doble comando, la del censo que paró al país de la forma más fúnebre,  la del no se hagan los rulos y la del 54%, la del "vamos por todo", la de las alianzas y estrategias para lograr llegar, la de las denuncias y los denunciados.  La que una mañana se despertó con la extraña muerte de un fiscal, la que otra mañana supo de bombas, explosiones y vuelos mortales.

La de los bailes, los circos y los payasos. La de la grieta y la de los fanáticos de ambos lados, porque de ambos lados de enceguecen y cascotean para ver quien grita más fuerte, quien tiene más razón. La misma que está volviendo a las bombas, a las amenazas, a las agresiones. La democracia de Julio López, de María Cash, de Fernando Lario. La que Agostina Sorich, Sofía Herrera y Fernanda Aguirre no podrán ejercer.

La democracia que debemos cuidar hasta de nosotros mismos, porque la ley es la única que tiene razón y no las miles de interpretaciones que se le hacen como si fuera un texto poético. La democracia que no se reduce a un hombre y nos abarca a todos los seres que pisamos este suelo.

Treinta cuatro años aún nos demuestran que nos falta mucho por crecer y para tener un país fuerte y realmente democrático.

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