Confieso que fui machista. Que me criaron haciéndome sentir que cualquier cosa que me ocurriese iba a ser mi culpa y mi responsablidad. Que tenía que cuidarme. Que debía taparme para que no me miren, no me toquen, no me lastimen.
Confieso que a veces también pensé "¡con esa ropa, qué esperabas!", cuando sabía de alguna víctima de abuso. "Se chupó todo y, claro, como no la iban a violar", como si el estado etílico habilitara a la comisión de cualquier delito.
Si salen de noche, algo buscan. Si se pintan, muestran, fuman... me criaron para ser "la chica buena que cualquier hombre desearía tener para formar una familia".
Confieso que soy de la época en que te decían que si tenías relaciones sexuales antes de casarte, nadie te iba a querer, que estabas usada, que ya eras descarte y que sólo las buenas chicas se hacían respetar, porque las otras...las otras eran putas.
Un día me pregunté por qué a los varones los llevaban a iniciarse a los prostíbulos, para que se hicieran "hombres" a la misma edad en que a mí me decían que "eso no se hace". Y otro día pregunté porqué la mujer era "usada" si tenía sexo antes de casarse y el hombre, en cambio, no era visto de la misma manera. Y no obtuve respuesta más que "porque son hombres".
Hasta que me di cuenta de que el problema no es la ropa, el maquillaje, fumar, beber, la hora, la edad, si eras virgen, si trabajabas, estudiabas...el problema era ese ser que creía que tenía poder sobre el cuerpo del otro.
El problema era el tipo que a las 7 de la mañana puso su bicicleta a la par de la mía, mientras yo iba al trabajo, y se sacó el pene afuera del pantalón, como si fuera una gracia, o como si eso pudiera excitarme, o como si alguna reacción que tuviera lo habilitase a "castigarme" por haberme burlado o haberme ofendido.
El problema era que a esos "hombres" les enseñaron que podían tocarte, besarte, violarte sin consecuencias, porque la culpa era tuya, porque vos "los provocabas", cuando no habías hecho nada. Y si te emborrachabas, podían hacer lo que se les ocurriera, porque si fueras una buena chica, estarías durmiendo en tu casa. Y hasta podían matarte, dejándote tirada en cualquier lado, como si fueras basura.
Esta foto siempre me impactó, porque demuestra que no importa qué lleve puesto una mujer, no importa su cultura, no importa si es linda o fea, no importa si es buena o mala. Algo habrá que excite al que no tiene límites. Algo hará que, quien piensa que puede tomar lo que se le da la gana sin consecuencias, te agreda.
Quizás le sonreíste porque te dijo algo gracioso, y pensaste que iba a quedar ahí,, sin consecuencias y no se te ocurrió que el otro lo iba a tomar como una invitación a algo más o que tú risa era la aceptación tácita a un encuentro sexual no acordado. Quizás ni lo miraste, y no tenías por qué saber que no tiene tolerancia a la frustración, y te siguió hasta que estuvieras sola, para demostrarte algo que no puede llamarse hombría, pero que es por lo único que ellos se piensan que valen...
Pero no fue tu culpa. Nunca lo fue. La culpa es de esa costumbre de enseñar al hombre que debe "amar a una y cogerse a todas". La culpa es de que "menos mi madre y mi hermana, son todas putas". La culpa es de esa puta costumbre de llevarlos "a que se hagan hombres" y que desprecien a las mujeres, en general, incluso a las que dicen amar.
La culpa es de una educación que hay que cambiar, desde lo más profundo, de bien adentro. Y nos va a llevar mucho tiempo.
Imagen tomada de la web
© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2016
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